Francisco y Tito en busca de la sabiduría forestal



Había una vez un hermoso bosque en el que vivían muchos animales. Entre ellos, se encontraba Francisco, un simpático zorro de colores brillantes y ojos curiosos. Aunque era muy pequeño, siempre estaba deseoso de aprender cosas nuevas.

Un día, mientras exploraba el bosque, Francisco escuchó un susurro proveniente de detrás de unos arbustos. Se acercó sigilosamente y descubrió a una tortuga llamada Tito.

Tito era conocido por su sabiduría y siempre tenía respuestas para todas las preguntas. - ¡Hola, Tito! ¿Qué estás haciendo? -preguntó Francisco entusiasmado. - Hola, Francisco. Estoy resolviendo enigmas misteriosos del bosque -respondió Tito con tranquilidad-. ¿Quieres ayudarme? Francisco asintió emocionado y juntos comenzaron a resolver los enigmas del bosque.

El primero decía así:"En lo alto vuela sin parar, de colorido plumaje es su andar. Busca néctar en cada flor, y alegra al mundo con su cantor.

"Francisco pensó por un momento y luego exclamó:- ¡Es una mariposa! Tito sonrió y dijo:- ¡Correcto! Eres muy inteligente, Francisco. Continuaron caminando hasta encontrar otro enigma:"Vive bajo tierra sin temor, cava túneles con gran ardor. Con su hocico puntiagudo excava, y guarda comida para cuando le haga falta.

"Esta vez fue Tito quien respondió rápidamente:- Es un topo. Y así siguieron resolviendo uno tras otro los misterios del bosque. Cada vez que Francisco acertaba, se sentía más confiado y feliz. Juntos, recorrieron el bosque durante horas, aprendiendo sobre los animales y disfrutando de la naturaleza.

Pero cuando ya estaban por terminar su aventura, encontraron un enigma final que parecía ser el más difícil de todos:"Vuela alto sin alas ni plumas, y su canto es dulce como ninguna.

Su hogar es el cielo infinito, y a veces parece estar bendito. "Francisco frunció el ceño y pensó durante mucho tiempo. Se rascó la cabeza y finalmente exclamó:- ¡Es una estrella! Tito lo miró con admiración y dijo:- ¡Eso es correcto! Eres increíble, Francisco.

El zorro sonrió orgulloso mientras Tito lo felicitaba. Habían resuelto todos los enigmas del bosque juntos y habían demostrado que trabajar en equipo siempre da buenos resultados. Desde aquel día, Francisco se convirtió en el mejor amigo de Tito.

Juntos siguieron explorando el bosque, resolviendo enigmas y aprendiendo cosas nuevas cada día. Y así fue como Francisco descubrió que la curiosidad y la inteligencia pueden llevarnos a resolver cualquier misterio o desafío que nos propongamos.

Y también aprendió que nunca debemos tener miedo de preguntar o pedir ayuda cuando no sepamos algo. Fin

FIN.

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