Frannie, el hada del bosque
Frannie era una niña muy especial, siempre estaba rodeada de libros de hadas y cuentos mágicos. Siempre soñaba con poder volar como un hada y vivir en un bosque encantado rodeada de animales que la quisieran mucho.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Frannie encontró un pequeño duende atrapado en una rama. Sin pensarlo dos veces, lo ayudó a liberarse y él le agradeció con una gran sonrisa.
"¡Gracias, gracias! Eres muy amable", dijo el duende. Frannie no podía creer lo que estaba viendo. Un verdadero duende del bosque había aparecido ante ella.
El pequeño ser le contó que su nombre era Puck y que él era uno de los guardianes del bosque. "¿Guardianes del bosque?", preguntó Frannie curiosa. "Sí", respondió Puck. "Somos los encargados de cuidar el equilibrio entre la naturaleza y los seres humanos".
Frannie se emocionó tanto al escuchar esto que empezó a hacerle preguntas a Puck sobre todo lo relacionado con las hadas y los duendes del bosque.
Al finalizar la charla, Puck le dio las gracias nuevamente por haberle salvado la vida y le prometió que algún día ella podría convertirse en un hada si seguía siendo tan amable con todos los seres vivos del bosque.
Desde ese día, Frannie se dedicó a visitar el bosque cada vez que podía para ver a sus amigos animales e incluso entabló amistad con otros duendes del lugar. Conforme pasaban los días, Frannie se daba cuenta de que su amor y respeto por la naturaleza iba en aumento. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con una hada muy especial.
Era tan hermosa que parecía sacada de uno de sus cuentos favoritos. La hada le sonrió amablemente y le preguntó qué era lo que más deseaba en el mundo. "Quiero ser un hada como tú", respondió Frannie sin pensarlo dos veces.
La hada le explicó que para convertirse en un hada debía demostrar su amor y respeto por la naturaleza en todo momento.
Debería cuidar las plantas y los animales del bosque, ayudar a aquellos seres vivos que necesitaran ayuda y hacer todo lo posible por mantener el equilibrio entre la naturaleza y los humanos. Frannie prometió seguir todos estos consejos al pie de la letra, ya que sabía que esta era su oportunidad para cumplir su mayor sueño.
A partir de ese momento, comenzó a trabajar duro para convertirse en una verdadera protectora del bosque. Con el tiempo, Frannie fue adquiriendo habilidades mágicas propias de las hadas.
Podía volar gracias a unas alas invisibles que crecían en su espalda cuando estaba feliz o emocionada. También podía hablar con los animales del bosque e incluso controlar ciertos elementos como el agua o el viento.
Finalmente, llegó el día en que Frannie se convirtió oficialmente en un hada del bosque. Sus amigos animales y duendes celebraron junto a ella este gran logro y Puck le entregó una varita mágica hecha de ramitas y hojas. "Ahora eres una verdadera protectora del bosque", dijo Puck con una sonrisa.
"Y siempre lo serás mientras sigas cuidando a todos los seres vivos que habitan en él".
Frannie estaba muy emocionada, sabía que había cumplido su mayor sueño y que ahora tenía la responsabilidad de cuidar el bosque y a los animales que tanto quería.
Desde ese día, se dedicó a viajar por todo el mundo enseñando a otros niños la importancia de respetar y proteger la naturaleza, convirtiéndose así en un verdadero ejemplo para todos aquellos que querían convertirse en guardianes del medio ambiente. Y así fue como Frannie se convirtió en un hada mágica y valiente, capaz de hacer realidad sus sueños gracias al amor y respeto por la naturaleza que llevaba en su corazón.
FIN.