Fredi, el lobo diferente



Había una vez en un bosque encantado un lobo llamado Fredi. Fredi no era un lobo como los demás; mientras que sus amigos estaban siempre buscando aventuras audaces y alborotando a los animales del bosque, Fredi se sentía diferente. Soñaba con pintar, cantar y hacer amigos. Un día, decidió salir de su cueva y explorar el bosque en busca de inspiración.

Mientras caminaba, se encontró con una pequeña ardilla llamada Lía, que estaba recogiendo nueces.

"¡Hola, ardillita! ¿Qué haces por aquí?" - preguntó Fredi con una sonrisa.

"Recojo nueces para el invierno, pero estoy muy sola. Los otros animales no quieren jugar conmigo porque soy pequeña." - respondió Lía con un suspiro.

Fredi reflexionó por un momento y dijo:

"¿Qué te parece si pintamos un cuadro juntas? ¡Podemos hacer un mural en el gran árbol!"

Lía sonrió con emoción.

"¡Eso suena increíble!" - exclamó.

Así que juntos, comenzaron a recolectar hojas de diferentes colores, flores y ramitas. Fredi, con su gran pelaje gris, utilizaba sus patas para diseñar un hermoso mural mientras Lía organizaba los colores. El mural, que representaba su amistad, pronto atrajo la atención de otros animales del bosque.

Unas horas después, un grupo de animales curiosos se acercó. Había conejos, ciervos y hasta un par de búhos que observaban fascinados.

"¿Qué están haciendo ustedes dos?" - preguntó un conejo llamado Tito.

"Estamos creando un mural sobre la amistad y la diversidad en el bosque" - dijo Fredi, con orgullo.

Los otros animales se miraron entre sí, sorprendidos. Era raro ver a un lobo trabajando en algo tan pacífico.

"¿Cómo puede un lobo ser amigo de una ardilla? Los lobos son cazadores" - dijo un ciervo un poco asustado.

Fredi, entendiendo el miedo de los demás, respondió:

"No todos los lobos somos iguales. Yo solo quiero vivir en armonía y compartir momentos con mis amigos. No estoy aquí para hacer daño a nadie!"

Los animales comenzaron a abrirse al escuchar a Fredi y observar su mural tomando forma. Mientras tanto, Lía agregó:

"Fredi es distinto, y eso es lo que lo hace especial. A todos nos gusta lo diferente. ¡Miren lo que estamos creando juntos!"

Con el tiempo, más animales comenzaron a acercarse, aportando materiales y compartiendo ideas para el mural. Fredi se dio cuenta de que, aunque era un lobo, su deseo de ser amigo de todos era más fuerte que cualquier prejuicio.

En cada pincelada, Fredi y Lía compartieron risas, historias y sueños. El mural se hizo cada vez más colorido y lleno de vida.

Y cuando por fin lo terminaron, un enorme arcoíris se dibujó con una nube en forma de corazón en el centro, representando la unión de todos los animales del bosque.

"¡Es hermoso!" - exclamó Tito, el conejo.

"¡Nunca había imaginado que un lobo podría ser tan creativo y amigable!" - dijo una cierva emocionada.

Desde ese día, Fredi fue conocido como el "lobo artista" y sus amigos animales comenzaron a visitarlo más seguido. Juntos, hicieron más murales, organizaban fiestas, y aprendieron a vivir en armonía, respetando las diferencias de cada uno. Todos comprendieron que lo diferente puede ser bello y que la amistad no conoce de especies.

Así fue como Fredi, el lobo que una vez fue considerado un solitario, se convirtió en un símbolo de amistad y creatividad en el bosque. Y nunca olvidó que ser diferente es un superpoder especial.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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