Fresas de la Felicidad
En un hermoso campo de fresas en la Ciudad del Amor vivían Felipa y sus amigos, las fresas. Ellas eran conocidas por ser las más dulces y jugosas de todo el lugar.
Sin embargo, un día llegó a la ciudad una extraña neblina que trajo consigo mucha tristeza. Las fresas comenzaron a marchitarse y a perder su brillo, lo que entristeció mucho a Felipa. "¡Oh, no! ¿Qué está pasando con nuestras amigas?", exclamó Felipa preocupada.
La tristeza invadió la Ciudad del Amor, y todas las fresas se sentían desanimadas.
Pero Felipa recordó algo importante que su abuela le había enseñado: que siempre hay una manera de superar los momentos difíciles si uno tiene esperanza en su corazón. Decidida a ayudar a sus amigas, Felipa se puso en acción. Recorrió cada rincón de la ciudad buscando soluciones para devolverles la alegría a las fresas.
Fue entonces cuando encontró al hada madrina de las frutas, quien le dijo:"Querida Felipa, la tristeza ha invadido este lugar porque han olvidado lo más importante: el amor y el cuidado mutuo". Con estas palabras resonando en su mente, Felipa regresó al campo de fresas decidida a cambiar las cosas.
Les habló a sus amigas sobre la importancia de apoyarse unas a otras, mostrándoles que juntas podían superar cualquier adversidad. Poco a poco, con amor y cuidado, las fresas empezaron a recuperar su vitalidad.
La Ciudad del Amor volvió a brillar con colores vibrantes y risas llenas de felicidad. "¡Gracias por recordarnos lo poderoso que es el amor entre amigos!", dijeron emocionadas las fresas.
Desde ese día, en la Ciudad del Amor reinaba una atmósfera de alegría y compañerismo. Y Felipa entendió que incluso en los momentos más oscuros siempre hay una luz de esperanza si uno está dispuesto a luchar con valentía y determinación.
Y así fue como nuestra valiente protagonista demostró que con amor, cuidado y perseverancia se pueden superar todos los obstáculos en el camino hacia la felicidad verdadera.
FIN.