From Selfish to Kind


Había una vez una nena llamada Sofía, que tenía un problema muy particular: decía malas palabras todo el tiempo y no quería compartir sus juguetes con nadie.

Sus padres estaban muy preocupados porque sabían que eso no era correcto y querían ayudarla a cambiar. Un día, mientras caminaba por el parque, Sofía vio a un grupo de niños jugando felices juntos.

Se acercó para ver qué estaban haciendo y se dio cuenta de que compartían sus juguetes sin problemas y se trataban con amabilidad. Sofía decidió acercarse a ellos y preguntarles cómo lo lograban. Los niños le explicaron que cuando compartían, todos disfrutaban más del juego y se sentían más contentos.

Además, le dijeron que las malas palabras no eran necesarias para divertirse y ser buenos amigos. Sofía reflexionó sobre lo que los niños le habían dicho y decidió darle una oportunidad al cambio.

Al día siguiente, en la escuela, intentó controlarse cada vez que sentía ganas de decir una mala palabra. Y aunque fue difícil al principio, poco a poco fue disminuyendo su uso hasta eliminarlo por completo.

Además de trabajar en su lenguaje inapropiado, Sofía también empezó a practicar el arte de compartir. Comenzó prestando pequeñas cosas como lápices o gomas de borrar a sus compañeros de clase.

Al ver las sonrisas en sus caras cuando les devolvían los objetos prestados, Sofía se dio cuenta de lo gratificante que era hacer algo bueno por los demás. Pero la verdadera prueba llegó cuando su mejor amiga, Martina, le pidió prestado su juguete favorito.

Sofía se sintió tentada a decirle que no, pero recordó lo importante que era compartir y decidió hacerlo. Para su sorpresa, Martina estaba tan feliz y agradecida que invitó a Sofía a jugar juntas durante todo el recreo. Con el tiempo, Sofía se convirtió en una niña más amable y generosa.

Sus padres notaron el cambio positivo en su comportamiento y estaban muy orgullosos de ella. Además, sus compañeros de clase comenzaron a valorarla más y disfrutaban pasar tiempo con ella.

Desde ese día en el parque, Sofía entendió la importancia de elegir las palabras adecuadas y compartir con los demás. Aprendió que ser amable y generoso no solo beneficia a los demás sino también a uno mismo.

Y así fue como la nena que decía malas palabras y no quería compartir encontró la felicidad al cambiar sus actitudes negativas por otras más positivas.

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