Frouzen y la estrella fugaz


Frouzen era una niña curiosa y soñadora que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas.

Una noche, mientras se preparaba para ir a dormir temprano, su abuela le contó la historia de una estrella fugaz mágica que concedía deseos a quien la viera. Frouzen se emocionó al escuchar la historia y decidió que esa noche se quedaría despierta para verla. -Abuela, ¿crees que la estrella fugaz sea real? -preguntó Frouzen con entusiasmo. -Claro que sí, mi niña.

Dicen que es un regalo del universo para las personas que aún creen en la magia y los sueños -respondió la abuela con una sonrisa. Frouzen se acurrucó en su cama, esperando pacientemente a que apareciera la estrella fugaz.

Mientras tanto, en el cielo, la estrella fugaz comenzaba a brillar con intensidad, preparándose para descender a la Tierra y cumplir los deseos de aquellos que mantuvieran viva la esperanza.

De repente, Frouzen vio un destello brillante a través de la ventana de su habitación. Se levantó rápidamente y corrió afuera, justo a tiempo para ver la estrella fugaz surcando el cielo. -¡Wow! ¡Es real! -exclamó Frouzen maravillada. La estrella fugaz descendió lentamente hasta posarse en un rincón del jardín de Frouzen.

Sin dudarlo, la niña se acercó y descubrió que la estrella fugaz era en realidad una criatura diminuta con alas resplandecientes. -¡Hola! -saludó la criatura con una voz melodiosa. -¿Quién eres tú? -preguntó Frouzen asombrada.

-Soy Estrellita, la guardiana de los sueños -respondió la criatura con una sonrisa radiante. -¿Qué haces aquí? -inquirió Frouzen. -He venido a cumplir un deseo. Tú has demostrado que aún crees en la magia, y por eso quiero concederte un deseo especial -explicó Estrellita.

Frouzen, emocionada, pensó por un momento en su deseo. Finalmente, decidió pedir algo que pudiera compartir con los demás. -Quisiera que todos los niños del mundo tengan la oportunidad de aprender y soñar, sin importar su condición -dijo Frouzen con determinación.

Estrellita asintió conmovida y extendió sus alas, esparciendo destellos de luz por todo el cielo.

Al instante, en cada rincón del planeta, los niños empezaron a tener acceso a la educación y a la inspiración, sintiendo en sus corazones la magia de los sueños. Frouzen se sentía feliz de haber hecho un deseo que beneficiaba a tanta gente.

Desde entonces, la niña continuó yendo a la escuela temprano cada día, sabiendo que su deseo se había hecho realidad y que la magia de los sueños podía transformar el mundo. Y así, Frouzen aprendió que incluso cuando debía dormir temprano, nunca debía dejar de soñar- y creer en la magia.

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