Frutásticos


Había una vez una granja en la que vivían muchos animales felices. Había gallinas, vacas, cerdos y ovejas que convivían pacíficamente bajo el cuidado de Don Pedro, el granjero.

Un día, mientras los animales jugaban en el campo, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Las gallinas estaban poniendo huevos multicolores, las vacas daban leche de diferentes sabores y los cerdos tenían rayas en lugar de manchas.

¡Era un completo caos!"-¡Qué está pasando aquí!"- exclamó Doña Margarita, la gallina más vieja y sabia del corral. Los animales estaban confundidos y preocupados por estos cambios repentinos. Decidieron reunirse para buscar respuestas.

"-Creo que esto tiene algo que ver con las frutas mágicas del huerto vecino", dijo Paco el cerdo. Todos los animales asintieron con curiosidad. Se dirigieron al huerto vecino y encontraron a Don Martín, el dueño del huerto. "-Buenos días don Martín", saludó Don Pedro con amabilidad.

"-Nos hemos dado cuenta de que nuestros animales están cambiando". Don Martín sonrió y les explicó: "-Es cierto, he estado experimentando con nuevas variedades de frutas para hacerlas más nutritivas y sabrosas".

Los animales se emocionaron al escuchar esto pero también se preocuparon por cómo esos cambios afectarían sus vidas normales en la granja. "-No te preocupes", dijo Don Martín tranquilizadoramente. "-Estoy seguro de que estos cambios solo durarán unos días hasta que encuentre la fórmula perfecta".

Los animales se relajaron y decidieron aprovechar esta oportunidad para aprender algo nuevo. Comenzaron a explorar los efectos de las frutas mágicas en sus habilidades. Las gallinas que comieron las frutas multicolores comenzaron a poner huevos con diseños únicos y hermosos.

Las vacas que bebieron la leche de diferentes sabores pudieron hacer helados deliciosos. Los cerdos con rayas descubrieron que podían camuflarse mejor en el campo. Todos los animales estaban emocionados por sus nuevos talentos y compartían sus logros con entusiasmo.

La granja se convirtió en un lugar lleno de risas y alegría. Sin embargo, después de unos días, los efectos de las frutas mágicas comenzaron a desaparecer gradualmente.

Los huevos volvieron a ser blancos, la leche volvió a tener un solo sabor y los cerdos recuperaron sus manchas originales.

Los animales estaban tristes por perder sus habilidades especiales pero Don Pedro les recordó: "-No importa si tenemos habilidades extraordinarias o no, lo importante es que somos una familia aquí en la granja". Con esa reflexión, los animales entendieron que cada uno tenía su propia importancia sin necesidad de cambios externos. Aprendieron a valorarse mutuamente por quienes eran y no por lo que podían hacer.

Desde aquel día, los animales vivieron felices en la granja, disfrutando de su compañía y celebrando su diversidad única. Y así termina nuestra historia sobre cómo los animales de la granja aprendieron a aceptarse tal como son.

Recuerda siempre valorar a los demás y a ti mismo por lo que eres, porque cada uno tiene su propia belleza y habilidades especiales.

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