Fuegos sin daño



Había una vez una pequeña ciudad llamada Villa Alegre, donde todos sus habitantes vivían felices y en armonía con la naturaleza. En esta ciudad, los niños jugaban en los parques rodeados de árboles frondosos y coloridas flores.

Pero cada año, cuando llegaba el fin de año, algo perturbaba la paz de Villa Alegre. Los juegos pirotécnicos se encendían por todas partes, llenando el cielo de luces brillantes y ensordeciendo a todos con su estruendoso ruido.

Un día antes del fin de año, Lucas salió a pasear con su perrita Nena. Mientras caminaban por las calles decoradas con luces festivas, comenzaron a escuchar explosiones fuertes que venían desde el vecindario de Rita.

Nena se asustó tanto que corrió hacia su casa y se escondió debajo de la cama temblando. Lucas sabía que tenía que hacer algo para proteger a Nena y al resto de los animales del pueblo.

Decidió ir directamente a hablar con Rita sobre los juegos pirotécnicos. Al llegar a la casa de Rita, Lucas tocó la puerta nervioso. Rita abrió la puerta sorprendida por la visita inesperada. "Hola Rita", saludó Lucas amablemente.

"Hola Lucas ¿Qué te trae por aquí?", preguntó curiosa Rita. "Bueno... verás, me preocupa mucho lo que pasa cada fin de año cuando prendes los juegos pirotécnicos", respondió Lucas sinceramente. Rita pareció confundida.

"¿Por qué debería preocuparte? Los fuegos artificiales son divertidos y alegran la noche de fin de año", dijo Rita con una sonrisa. Lucas explicó con calma: "Es cierto que los fuegos artificiales pueden ser bonitos, pero también causan mucho daño a la naturaleza.

El ruido asusta a los animales como Nena, y las explosiones pueden lastimarlos. Además, los fuegos artificiales contaminan el aire y ensucian nuestros parques y ríos". Rita reflexionó por un momento y luego miró a Lucas. "Nunca había pensado en eso.

No quiero hacerle daño a nadie ni ensuciar nuestro hermoso pueblo", admitió Rita sintiéndose arrepentida. "¡Eso es genial! Si dejamos de encender juegos pirotécnicos, todos podremos disfrutar del fin de año sin asustar a los animales ni contaminar nuestra ciudad", exclamó Lucas emocionado.

Decidieron hablar con otros habitantes de Villa Alegre para concientizar sobre el daño que los juegos pirotécnicos causaban. Organizaron una reunión en la plaza central donde presentaron sus argumentos e invitaron a todos a unirse al movimiento "No más juegos pirotécnicos".

Poco a poco, los habitantes comenzaron a entender la importancia de cuidar el medio ambiente y respetar a los animales. En lugar de usar fuegos artificiales, organizaron espectáculos luminosos sin ruidos fuertes que no molestaran ni asustaran a nadie.

El fin de año llegó nuevamente, pero esta vez Villa Alegre estaba iluminada por luces brillantes en lugar de explosiones estruendosas. Los niños jugaron en los parques sin miedo y los animales se sintieron seguros en sus hogares.

Lucas y Nena estaban felices de haber logrado un cambio positivo en su comunidad.

A partir de ese día, Villa Alegre se convirtió en un ejemplo para otras ciudades, demostrando que se puede celebrar el fin de año de manera divertida y respetuosa con la naturaleza. Y así, con la ayuda de Lucas y Nena, Villa Alegre vivió felizmente sin juegos pirotécnicos durante muchos años, protegiendo a los animales y cuidando el medio ambiente.

FIN.

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