Fuera de este mundo



Había una vez, en un pequeño pueblo, una niña llamada Luz. Luz tenía una curiosidad insaciable y amaba explorar nuevos lugares. Desde pequeña soñaba con descubrir mundos mágicos. Un día, mientras caminaba por el bosque, se topó con un claro que nunca había visto antes. El sol brillaba con fuerza, y en el aire se sentía una energía especial.

"¡Wow! Este lugar es impresionante!", exclamó Luz, mirando a su alrededor.

Con cada paso, la fauna del bosque parecía cobrar vida. Coloridos pájaros cantaban alegremente, y las flores danzaban al ritmo del viento. Pero lo que verdaderamente la fascinó fue una luz suave que surgía de detrás de unos arbustos. Luz se acercó, empujando las ramas con cuidado, y para su sorpresa, encontró un pequeño portal que brillaba como estrellas en el cielo.

"¿Qué será esto?", se preguntó, sintiendo una mezcla de emoción y un poco de miedo. No podía resistir la tentación, así que dio un salto y cruzó el portal.

Al otro lado, se encontraba en un mundo completamente diferente. Todo era brillante y colorido; los árboles eran de dulces y las flores, de caramelos. En ese instante se dio cuenta de que no estaba sola. Una niña dulce y risueña apareció detrás de un árbol de chicle.

"Hola, soy Rayito!", le dijo la niña con una gran sonrisa. "¿Has venido a descubrir este lugar mágico?"

"¡Sí! Mi nombre es Luz. Nunca había visto un lugar así. Es como un sueño hecho realidad!", respondió Luz.

Rayito llevó a Luz por el mundo dulce, mostrándole fuentes de chocolate y colinas de malvaviscos.

"¡Mira!", dijo Rayito, señalando una nube de algodón de azúcar. "Podemos volar como los pájaros si nos subimos allí!"

Luz no podía contener su risa y, juntas, se lanzaron hacia la nube, donde comenzaron a flotar y reír como dos pequeñas aves. Sin embargo, mientras se divertían, Luz miró hacia el horizonte y vio que el cielo empezaba a oscurecerse.

"Rayito, ¿qué pasará si se hace de noche aquí?", preguntó Luz con un tono preocupado.

"No te asustes. Este lugar tiene sus propias reglas. Cuando cae la noche, todos los dulces se esconden. Pero siempre regresan al amanecer."

Luz se dio cuenta de que había una lección detrás de todo esto. A pesar de la belleza del mundo mágico, también había un ciclo al que debía respetar. Decidió que era momento de regresar a casa.

"Gracias por el tour, Rayito. Tu mundo es maravilloso, pero tengo que volver a casa antes de que se haga de noche."

"Te entiendo, Luz. ¡Siempre podrás volver!",

-dijo Rayito mientras guiaba a Luz de regreso al portal.

Justo cuando estaban a punto de cruzar el portal, Luz se dio vuelta y le preguntó:

"¿Volverás a visitar mi mundo?"

"Claro, seré tu amiga y vendré a explorar tu mundo también!" - respondió Rayito, entusiasmada.

Luz cruzó el portal y, al regresar al bosque, se sintió diferente. Aprendió que, aunque los lugares mágicos existen, también había belleza en su propio mundo, y que la curiosidad y la amistad son los mejores tesoros que uno puede encontrar.

Desde ese día, Luz no solo exploraba su propio pueblo, sino que también mantenía la promesa de visitar a Rayito cada vez que podía, compartiendo aventuras y aprendiendo sobre los diferentes mundos en los que vivían.

Y así, Luz y Rayito se convirtieron en mejores amigas, demostrando que la exploración y la amistad pueden hacer que cualquier lugar sea mágico.

FIN.

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