Gabriela y el Viaje a Descubrirse



Había una vez una joven llamada Gabriela. Tenía 17 años y estaba a punto de terminar la secundaria. Cada día, al mirar por la ventana de su aula, sentía una mezcla de ansiedad y confusión. Sus padres, ambos abogados exitosos, deseaban que ella siguiera sus pasos.

"Gabriela, hija, ya falta poco para que termines el colegio. ¡Es hora de que pienses en tu carrera!", decía su mamá con entusiasmo.

"Sí, Gabi, un día serás una abogada brillante como tu madre y yo", añadía su papá, orgulloso.

Pero Gabriela no estaba tan segura. Los libros de derecho nunca la habían emocionado, y siempre había soñado con otras cosas.

Una tarde, mientras caminaba por el parque, se encontró con su vecina, la señora Elena, una artista muy querida en el barrio.

"Hola, Gabriela, ¿cuáles son tus sueños?", le preguntó la señora Elena.

Gabriela dudó. Nadie le había preguntado eso antes.

"No estoy segura... a veces creo que me gustaría ser diseñadora de moda, pero mis padres quieren que sea abogada".

"Oh, querida, lo más importante es que elijas lo que realmente te haga feliz", respondió la señora Elena, sonriendo.

Las palabras de la señora Elena resonaron en su mente. Gabriela decidió que necesitaba averiguar más sobre lo que realmente le apasionaba. Al día siguiente, comenzó su aventura.

Primero, se inscribió en un taller de diseño de moda en el centro cultural. Aprendió a crear su propia ropa y, mientras cosía, se sentía más libre y feliz que nunca.

"Mamá, ¡hice mi primer vestido! ¡Mirá!", exclamo con emoción al mostrarle su creación.

"Es... interesante, Gabi. Pero, ¿no te gustaría pensar en algo más serio?", respondió su madre, con una ceja levantada.

Gabriela sintió un nudo en el estómago, pero no iba a rendirse. Siguió explorando otras actividades, como tomar clases de danza y experimentar con la pintura. Un día, mientras trabajaba en su último proyecto, decidió invitar a sus padres a ver lo que había creado.

"¡Miren! Este es un cuadro que representa mi viaje de autodescubrimiento", dijo mientras les mostraba la obra.

"Es... muy colorido, Gabi", dijo su papá, intentando sonreír.

Sin embargo, Gabriela no se desanimó. Ella sabía que tenía que encontrar la forma de comunicarles lo que realmente quería hacer en la vida.

Finalmente, un viernes por la noche, se sentó con sus padres. Con el corazón latiéndole a mil, les dijo:

"Mamá, papá, quiero ser diseñadora. Sé que quieren que sea abogada, pero eso no es lo que yo quiero. ¡Me siento viva cuando diseño!"

Los ojos de sus padres se abrieron como platos. Hubo un silencio que pareció durar una eternidad. Pero entonces la mamá de Gabriela sonrió tímidamente.

"Gabriela, si eso es lo que te hace feliz, entonces deberías hacerlo. Solo queremos que seas feliz y estés realizada. A veces es difícil para nosotros aceptar, pero tú eres tú, no nosotros".

Gabriela sintió que una nube pesada se disipaba de su pecho.

"Gracias, mamá, papá. Aprecio que me escuchen".

A partir de entonces, Gabriela se dedicó por completo al diseño. Participó en ferias de moda locales y, con el tiempo, se presentó a una escuela de diseño en la ciudad. Sus padres, viendo su pasión y dedicación, comenzaron a apoyarla a cada paso del camino.

Gabriela comprendió que ser fiel a uno mismo y perseguir los sueños es lo más importante. Y así, la joven que había sentido ansiedad y presión, se convirtió en una diseñadora famosa, mostrando al mundo que detrás de cada sueño hay un camino lleno de colores y oportunidades.

Y cada vez que pensaba en sus padres, sabia que el amor familiar siempre sería su mejor aliado, independientemente del camino que elija seguir.

FIN.

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