Gaby y el Teléfono Roto



Gaby era una muchacha como cualquier otra, llena de sueños y aventuras por vivir. Un día soleado, decidió salir al parque con su teléfono en mano. Le encantaba tomar fotos de las flores, jugar con sus amigos y escuchar música mientras disfrutaba del aire fresco.

Mientras caminaba, de repente, tropezó con una piedra y su teléfono voló por los aires, aterrizando en el suelo con un estruendoso "¡crack!". Gaby miró con horror cómo la pantalla se había hecho trizas.

"¡No, no, no!" - exclamó Gaby.

Sus amigos, que estaban cerca, se acercaron corriendo.

"¿Qué pasó, Gaby?" - preguntó Tomi, uno de sus mejores amigos.

"Se me rompió el teléfono, ¡no lo puedo creer!" - respondió, con lágrimas en los ojos.

"No te preocupes, podemos ayudarte a arreglarlo" - dijo Sofi, siempre optimista.

Entonces, Gaby y sus amigos comenzaron a pensar en cómo podían solucionar el problema. Sofi recordó que su hermano trabajaba en una tienda de reparación de teléfonos.

"Tal vez podamos ir a la tienda de mi hermano y pedirle ayuda," - sugirió Sofi.

Gaby se secó las lágrimas y asintió con la cabeza. Juntos, emprendieron el camino hacia la tienda, llena de esperanzas. Al llegar, se encontraron con el hermano de Sofi, que estaba revisando unos teléfonos.

"Hola, chicos. ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó el hermano de Sofi.

"Se le rompió el teléfono a Gaby y necesitamos ver si se puede arreglar", - explicó Sofi.

El hermano de Sofi miró el teléfono.

"Hmm, parece difícil, pero puedo intentarlo. Sin embargo, les voy a decir algo importante: a veces, hay que aprender a vivir sin un teléfono, por un tiempo" - reflexionó.

Gaby se sintió un poco triste por eso. Sin su teléfono, creía que se perdería de todo.

"Pero, ¿y si me pierdo de las fotos y las experiencias?" - preguntó con preocupación.

"A veces, el mundo real es más interesante que el virtual. ¿Qué tal si hacemos algo diferente mientras te lo arreglo?" - sugirió el hermano de Sofi con una sonrisa.

Los amigos se miraron con curiosidad.

"¿Qué proponés?" - preguntó Tomi.

"Podemos ir a explorar el parque, hacer una búsqueda del tesoro y tomar fotos con una cámara antigua que tengo aquí en la tienda" - dijo el hermano de Sofi.

Gaby dudó un momento, pero luego se acordó de lo divertido que era pasar tiempo con sus amigos.

"¡Suena genial!" - exclamó. Así que decidieron dejar el teléfono en la tienda y salir a la aventura.

Galloparon felices, buscando cosas que fotografiar y tesoros que encontrar. Con cada nueva captura, Gaby se dio cuenta de lo que había estado perdiendo al estar pegada a su teléfono. Jugaron en los columpios, corrieron, rieron e incluso hicieron un picnic improvisado con snacks que tenían.

Al final del día, cuando volvieron a la tienda, el hermano de Sofi los estaba esperando.

"Tu teléfono está arreglado, pero..." - empezó.

"¿Qué?" - preguntó Gaby ansiosamente.

"Quiero mostrarte algo primero. Mirá estas fotos que tomaste hoy" - dijo, mientras pasaba las imágenes que había capturado con la cámara antigua.

Gaby se quedó asombrada. Las fotos eran mágicas; capturaban risas, colores y momentos que nunca habría vivido si estuviera pegada a su teléfono.

"¡Son hermosas!" - exclamó, llena de alegría.

Cuando le devolvió el teléfono, Gaby lo miró y pensó en lo que había aprendido. Decidió que, aunque su teléfono era divertido, hay momentos que valen más que cualquier publicación en las redes.

"Gracias por ayudarme y por la aventura, chicos. Esto fue mucho mejor que estar en mi celular" - dijo, sonriendo.

Así, Gaby pasó a ser un poco más feliz, dejando de lado su teléfono y valorando el tiempo compartido con sus amigos. Por eso, cada vez que se le rompía el teléfono, ya no se ponía triste, sino que recordaba que la vida está llena de aventuras esperando a ser vividas.

Gaby aprendió que, a veces, lo mejor es desconectar obligadamente para volver a conectar con lo que realmente importa: la amistad y la diversión.

FIN.

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