Galaxia y la Nave de Estrellas
Había una vez, en un pequeño pueblo en medio de un vasto campo de flores, una niña llamada Galaxia. Desde chica, Galaxia miraba al cielo estrellado cada noche y soñaba con viajar entre las estrellas. Su abuela siempre le decía que los sueños eran el primer paso para hacer cosas maravillosas.
"Si un día, pudiera viajar al espacio, vería cosas que jamás vi, abuela," - decía Galaxia con una sonrisa.
Un día, mientras exploraba un bosque cercano, Galaxia encontró una extraña nave redonda que brillaba como un diamante. Tenía un diseño curioso y parecía hecha de un metal desconocido. Con un poco de curiosidad, se acercó y tocó la puerta. Para su sorpresa, se abrió un pequeño panel.
"¡Hola!" - dijo una voz suave y melodiosa.
Era un extraterrestre de piel plateada y ojos grandes y brillantes. "Soy Luma, guardiana de las estrellas. He estado esperando a alguien como vos para un viaje a la Galaxia de los Sueños. ¿Te gustaría acompañarme?"
Los ojos de Galaxia se iluminaron. "¡Sí!" - exclamó emocionada.
Galaxia subió a la nave y, en un destello, comenzaron a elevarse hacia el cielo, dejando atrás su pueblo. A medida que volaban, Galaxia se maravillaba con la vista de las constelaciones.
"¿Dónde estamos, Luma?" - preguntó.
"Estamos entrando a la Galaxia de los Sueños, donde todo lo que imaginas puede hacerse realidad. Cada estrella representa un sueño cumplido," - respondió Luma.
De repente, un fuerte temblor sacudió la nave.
"¿Qué ocurre?" - gritó Galaxia.
"Hay un pequeño agujero negro justo delante de nosotros. Debemos rodearlo. ¡Acelera cuando yo lo diga!"
Galaxia sintió un escalofrío, pero recordó las palabras de su abuela: "Los sueños requieren valentía".
Con Ru y Turu, los dos pequeños robots que acompañaban a Luma, se prepararon.
"¿Listos, amigos?" - dijo Galaxia.
"¡Listo!" - contestaron Ru y Turu al unísono.
"Ahora, ¡a acelerar!"
La nave zumbó rápidamente y, con un giro espectacular, lograron evitar el agujero negro.
"¡Lo conseguimos!" - exclamó Galaxia.
"Eres increíble, Galaxia. Valiente y astuta. Vamos a un lugar especial," - dijo Luma.
Llegaron a un hermoso océano estrellado, donde las estrellas caían como lluvia. Eran sueños que aún no habían sido cumplidos. Galaxia se bajó de la nave y pudo ver soñadores de todas partes, cada uno esperando hacer realidad su deseo.
"Miralos, todos ellos tienen una historia que contar. Vos podrías ayudarles," - le dijo Luma.
Galaxia, sintiendo una conexión, comenzó a hablar con los soñadores, escuchando sus historias y ayudándolos a encontrar formas de alcanzar sus sueños.
Fue en ese preciso momento que comprendió la importancia de compartir su luz con los demás.
Después de muchas aventuras, Luma les dijo a todos:
"Es hora de regresar, pero no olviden nunca la magia de sus sueños. Siempre pueden alcanzarlos con amistad y valentía."
"Gracias, Luma. Nunca olvidaré esto. ¡Volveré a contarles a todos en casa!" - dijo Galaxia.
Cuando finalmente aterrizaron en su pueblo, Galaxia corrió hacia su abuela.
"Abuela, ¡viajé a la Galaxia de los Sueños!" - exclamó.
La abuela sonrió.
"Te dije que los sueños existen, mi niña. Lo importante es creer en ellos y compartirlos. Nunca dejes de soñar, mi amor."
Galaxia se convirtió en la narradora de historias, inspirando a otros a seguir sus sueños. Así, la niña que una vez miró las estrellas, se transformó en la mujer que ayudaba a otros a alcanzar sus propias galas en la vasta galaxia de sueños.
FIN.