¡Galletas en la Cocina del Chef!



En una ciudad llena de luces y ruidos, había un famoso chef llamado Don Pancho, conocido por sus deliciosas galletas. Su cocina estaba repleta de utensilios brillantes, ingredientes frescos y el aroma tentador de lo recién horneado. Pero un día, un grupo de niños decidió que era el momento perfecto para hacer su propia versión de las galletas de Don Pancho.

"Vamos a sorprender a Don Pancho y a preparar sus galletas, pero en nuestra propia forma!" dijo Sofía, la más entusiasta del grupo.

"¡Sí! Pero primero, tenemos que aprender a usar la cocina. ¡Es enorme!" gritó Lucas, mirando alrededor con ojos desorbitados.

"No se preocupen, yo les ayudaré", ofreció Juani, que había visto a su mamá cocinar muchas veces.

Los niños se pusieron sus delantales de colores y comenzaron a explorar la cocina. Al abrir un armario enorme, encontraron un montón de utensilios; cucharas de madera, batidores y moldes de formas divertidas.

"Mirad estos moldes de estrellitas, ¡serán perfectos!" exclamó Ana, emocionada.

"Y yo quiero que tengan chispas de chocolate, ¡son las mejores!" añadió Lucas.

"Pero, primero tenemos que medir los ingredientes como dice la receta. Yo te ayudo, Ana!" dijo Sofía mientras intentaba leer el libro de recetas de Don Pancho.

Sin embargo, la emoción de cocinar los llevó a tener muchos más momentos de risas que de concentración. Mientras batían la manteca, Juani se resbaló y casi cae al suelo.

"¿Estás bien, Juani?" preguntó Lucas mientras todos se reían.

"Sí, pero ya no puedo ayudar con la manteca; ¡me llené de ella!" respondió Juani entre risas.

Después de mezclar un poco de todo, llegó el momento de hornear. Los niños colocaron sus bolitas de masa en la bandeja, pero se olvidaron de dejar espacio entre ellas.

"Oh no, ¡se van a pegar!" gritó Sofía preocupada.

"Lo siento, me distraje con las chispas de chocolate", dijo Ana mientras su rostro se llenaba de culpa.

"No importa, ¡ya que están juntas las haremos juntas! ¡Como super galletas!" sugirió Lucas en un intento de animarlos.

"¡Sí! Así será aún más divertido", coincidieron todos. Estaban seguros de que las super galletas serían un gran éxito.

Cuando el timer sonó, corrieron emocionados a abrir el horno. A través de la nube de vapor, vieron que sus galletas habían crecido mucho.

"¡Guau! Miren lo grandes que son!" los sorprendió la vista.

"Se parecen a una nube gigante de galleta", se rió Juani mientras sacaban las galletas con mucho cuidado.

Pero cuando las probaron, se dieron cuenta de que por dentro estaban un poco crudas, ¡y eso provocó risas!"Son como gelatina, ¡no están listas!" gritó Sofía sin poder contener la risa.

"Volvamos a hacer otra tanda, pero esta vez sigamos la receta al pie de la letra", sugirió Juani, queriendo hacer las cosas bien.

Con un nuevo enfoque, se pusieron a trabajar juntos de nuevo, midieron con precisión, hicieron el espacio entre las galletas y las hornearon con cuidado. Esta vez, cuando sacaron las galletas, el aroma era perfecto y su aspecto maravilloso.

"¡Lo logramos! ¡Son hermosas!" exclamó Ana.

Sin embargo, en ese momento, entró Don Pancho. Los niños se pusieron a temblar un poco por los nervios.

"¿Qué es esto que huele tan rico?" preguntó Don Pancho con una mirada curiosa.

"¡Son nuestras galletas! Intentamos hacer las tuyas, pero las primeras nos salieron diferentes!" dijo Sofía, sintiéndose responsable.

"¿Diferentes? ¡Las super galletas!", sonrió Don Pancho. "¡Eso suena maravilloso! ¿Puedo probarlas?"

"¡Sí!" gritaron todos.

Don Pancho tomó un bocado y su rostro se iluminó. "¡Son increíbles! Tienen un sabor único. Las galletas no tienen que ser perfectas, ¡tienen que ser divertidas! Hoy aprendieron algo muy valioso, siempre es bueno experimentar."

Un gran aplauso llenó la cocina. Los niños estaban felices y entendieron que la diversión y el trabajo en equipo son lo más importante en la cocina.

La tarde terminó con todos compartiendo un montón de galletas mientras Don Pancho les contaba historias sobre sus propias aventuras culinarias. Desde ese día, Sofía, Lucas, Juani y Ana se convirtieron en los aprendices de Don Pancho y siempre recordaron que en la cocina, lo más dulce no sólo eran las galletas, sino también la amistad y la diversión de cocinar juntos.

FIN.

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