Galletitas de Esperanza


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Rubí. Desde muy pequeña, Rubí se destacaba por ser una estudiante dedicada y trabajadora.

Siempre estaba ansiosa por aprender cosas nuevas y ayudar a su madre en el taller de manualidades que tenían en casa. Rubí adoraba pasar tiempo con su mamá, quien era una artista talentosa. Juntas creaban hermosos adornos para vender en la feria del pueblo.

Pero lo que más le gustaba a Rubí era cuando su mamá le enseñaba a hacer galletas caseras. Un día, mientras preparaban las galletas para la feria, Rubí tuvo una idea emocionante.

"Mamá, ¿y si hacemos galletas extra para compartir con los niños del orfanato?"- propuso entusiasmada. La mamá de Rubí sonrió y asintió con cariño. Era evidente que la generosidad de su hija se había contagiado también a ella misma. Juntas hicieron muchas más galletas y las empaquetaron cuidadosamente.

Al día siguiente, antes de ir a la feria, Rubí fue al orfanato llevando consigo un enorme paquete lleno de deliciosas galletitas caseras. Los ojos de los niños se iluminaron al verla llegar.

"¡Hola chicos! Traje estas ricas galletitas para ustedes", anunció Rubí con alegría. Los niños no podían creerlo. Nunca habían probado algo tan delicioso como esas galletitas caseras hechas con tanto amor por Rubí y su mamá.

A partir de ese día, todas las semanas Rubí y su mamá visitaban el orfanato llevando galletitas. Los niños esperaban con ansias ese momento y se emocionaban al ver a Rubí entrar por la puerta. Pero un día, cuando Rubí llegó al orfanato, notó que algo estaba mal.

Los niños no estaban tan felices como de costumbre. Se acercó a uno de ellos y le preguntó qué había pasado. "Rubí, hoy nos dijeron que ya no podremos comer tus deliciosas galletas", dijo tristemente el niño.

Rubí sintió una gran tristeza en su corazón al escuchar esas palabras. No podía entender por qué les habían quitado esa alegría tan especial. Decidida a descubrir la razón, Rubí fue a hablar con la directora del orfanato.

La señora le explicó que debido a problemas económicos, ya no podrían permitirse tener alimentos adicionales para los niños. Rubí salió del orfanato pensativa pero decidida a encontrar una solución.

Recordando lo que su mamá siempre decía: "No hay problema sin solución", se puso manos a la obra. Esa misma tarde, Rubí organizó una reunión en su casa con sus amigos y vecinos para contarles lo ocurrido y pedir ayuda para seguir compartiendo las galletitas con los niños del orfanato.

La comunidad respondió de manera asombrosa. Todos querían colaborar y ayudar en lo que pudieran. Algunos donaron ingredientes para hacer más galletas, otros ofrecieron tiempo libre para hornearlas y empaquetarlas adecuadamente.

Pronto el pequeño pueblo entero se unió en esta hermosa causa. Las galletas de Rubí se convirtieron en un símbolo de solidaridad y generosidad. Con el apoyo de su comunidad, Rubí pudo seguir llevando sonrisas a los niños del orfanato.

Además, aprendió una valiosa lección: que cuando nos unimos y trabajamos juntos, podemos lograr cosas increíbles. A partir de ese momento, las galletitas caseras de Rubí se hicieron famosas en todo el pueblo.

Y cada vez que alguien las probaba, recordaban la historia de una niña especial llamada Rubí que con amor y generosidad había hecho del mundo un lugar mejor. Y así, Rubí continuó siendo una niña estudiosa y trabajadora junto a su madre en el taller de manualidades.

Pero ahora también era conocida como "La niña de las galletitas", quien siempre estaba dispuesta a compartir su dulzura con aquellos que más lo necesitaban.

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