Ganhja y el equipo ganador
Había una vez una niña llamada Luzmila que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Era una niña muy alegre y curiosa, siempre estaba explorando los bosques y jugando con su perrita Ganhja.
Un día, se enteraron de que iba a haber una carrera de perros en el pueblo vecino y Luzmila decidió inscribir a Ganhja. Pero había un problema: Ganhja era una perrita callejera y no tenía ningún entrenamiento para correr carreras.
Luzmila no se desanimó y empezó a entrenar con ella todos los días. Le enseñaba a saltar obstáculos, correr rápidamente y seguir órdenes. "Vamos Ganhja, tú puedes hacerlo", le decía mientras la animaba en cada ejercicio.
Pero las cosas no eran tan fáciles como parecían. La competencia estaba cerca y Ganhja seguía tropezándose con los obstáculos o se distraía con cualquier cosa que veía por ahí. "No sé si podremos ganar", dijo Luzmila preocupada. Pero entonces, tuvo una idea brillante.
Recordó todas las veces que ella misma había necesitado ayuda para superar algún obstáculo o dificultad. Así que decidió hablar con los demás dueños de perros participantes en la carrera para formar un equipo juntos.
"Si nos ayudamos entre todos, podemos lograrlo", les propuso Luzmila. Y así fue como empezaron a trabajar juntos: compartiendo consejos, ayudándose mutuamente durante el entrenamiento e incluso organizando pequeñas carreras amistosas entre ellos para mejorar sus habilidades. Finalmente, llegó el día de la carrera.
Ganhja y Luzmila estaban listas para correr juntas. Pero en lugar de estar nerviosas, se sentían confiadas gracias a todo el trabajo duro que habían hecho junto al equipo.
La carrera empezó y Ganhja seguía todas las órdenes de Luzmila como si hubiera nacido para hacerlo. Saltaba obstáculos con facilidad y corría más rápido que nunca antes lo había hecho.
Las personas que estaban viendo la carrera quedaron impresionadas con el desempeño de Ganhja y todos los demás perros del equipo. Y cuando terminó la carrera, resulta que ¡habían ganado! Luzmila estaba tan emocionada que no podía dejar de abrazar a su perrita mientras le decía:"¡Lo logramos! Gracias por ser mi compañera fiel".
Desde ese día, todos los dueños de perros se convirtieron en amigos inseparables y seguían entrenando juntos para futuras carreras. Y Luzmila aprendió una valiosa lección: trabajar en equipo es mucho más efectivo que tratar de hacer algo sola.
Y así fue como Luzmila y su perrita Ganhja vivieron felices para siempre, disfrutando cada aventura juntas con sus nuevos amigos caninos.
FIN.