Garabita y el Jardín de Colores



Érase una vez una aventurera llamada Garabita, que siempre llevaba su crayón favorito, uno de color azul brillante que la acompañaba en todas sus aventuras. Garabita era muy curiosa y le encantaba explorar. Un día, decidió salir a pasear por el bosque cercano a su casa con la intención de hacer muchos garabatos en su cuaderno.

Mientras caminaba entre los árboles y escuchaba el canto de los pájaros, de repente, encontró un camino cubierto de flores multicolores. Garabita, emocionada, siguió el camino y, ¡oh no! , se dio cuenta de que había llegado a un lugar mágico. Todo brillaba y parecía palpitar de color.

"¡Qué lugar tan maravilloso!" exclamó Garabita.

De pronto, una pequeña mariposa de colores brillantes se le acercó.

"Hola, Garabita. Soy Lila, la mariposa del colorido jardín. ¿Te gustaría explorar con nosotros?

Garabita asintió con energía.

"¡Sí, sí! Quiero conocer todo este lugar".

"Ven, te llevaré a conocer a mis amigos" dijo Lila.

A medida que Garabita seguía a Lila, fue conociendo a varios animalitos que vivían en ese jardín: un conejo saltarín que pintaba con su boca, un pájaro que hacía música con los colores, y una tortuga que contaba historias de cada flor que conocía.

"¿Por qué el conejo pinta con la boca?" preguntó Garabita a Lila.

"Porque aquí nadie tiene limitaciones. Cada uno encuentra su forma de expresar lo que siente. ¿No es fantástico?"

Garabita se sorprendió y pensó que, aunque ella usaba un crayón, todos tenían su propia manera de expresarse. Mientras caminaba, se dio cuenta de que cada flor tenía una historia.

"¿Te gustaría hacer un garabato de las historias de las flores?" le preguntó la tortuga.

"¡Sí!" respondió Garabita entusiasmada.

La tortuga le relató las leyendas sobre cada flor, y Garabita, con su crayón azul, comenzó a hacer garabatos en su cuaderno, creando un jardín de historias donde cada garabato representaba una flor y sus aventuras.

Pero, de pronto, un viento fuerte sopló por el jardín y las historias comenzaron a volar.

"Oh no, mis garabatos!" gritó Garabita.

Lila, el conejo, y la tortuga se acercaron rápidamente.

"No te preocupes, Garabita. Podemos trabajar juntos para recuperarlos" dijo el conejo.

"Sí, ¡usemos los colores para atrapar las historias!" sugirió Lila.

Con la ayuda de sus nuevos amigos, Garabita tiró un montón de garabatos coloridos al aire. El conejo usó sus pinturas, mientras la tortuga narraba las historias una vez más para que los colores las atrapen. El jardín comenzó a moverse, y las historias regresaron, brillantes y pegadas a su cuaderno.

"¡Lo hicimos!" celebró Garabita, con una sonrisa en su cara.

"Siempre recuerda que lo más importante es compartir lo que creamos con otros" dijo la tortuga.

Garabita sonrió, comprendiendo que los colores y las historias se hacían más bellas cuando se compartían. Era hora de regresar a casa, pero antes prometió volver a visitar a sus amigos y seguir creando historias juntos.

"Gracias por mostrarme un mundo tan hermoso" dijo Garabita al despedirse.

"¡Hasta la próxima! No olvides tus crayones!" respondió Lila.

Y así, Garabita volvió a casa con su crayón azul, lista para contar todas las historias que había vivido. Aprendió que la creatividad y la amistad podían transformar el mundo en un lugar lleno de magia y colores.

Desde ese día, Garabita nunca dejó de garabatear y siempre compartió sus historias con sus amigos.

FIN.

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