Gaspars Ghostly Friendship


El fantasma se llamaba Gaspar y vivía en un antiguo castillo abandonado, rodeado de oscuros bosques. Aunque su apariencia asustaba a todos los que lo veían, en realidad, Gaspar era un ser amable y solitario.

Pasaba sus días tocando el órgano del castillo y leyendo libros antiguos. Un día, mientras paseaba por los alrededores del castillo, escuchó risas provenientes de un grupo de niños que jugaban cerca de allí.

Gaspar se acercó tímidamente para observarlos desde la distancia. Los niños parecían estar disfrutando mucho juntos y esto hizo que el corazón del fantasma se llenara de tristeza. "¡Qué lindo sería tener amigos como ellos!", suspiró Gaspar.

Sin embargo, su miedo a asustar a los niños siempre lo detenía cuando intentaba acercarse a ellos. Pero esa tarde algo extraordinario ocurrió: uno de los niños llamado Mateo se separó del grupo y entró al castillo en busca de aventuras. Gaspar no podía creerlo.

Por fin tenía la oportunidad de conocer a alguien sin sentirse intimidante. Se acercó lentamente hacia Mateo e intentó hablarle:"Hola... soy Gaspar", dijo tímidamente el fantasma.

Mateo dio un salto sorprendido pero luego sonrió al ver que solo era un simpático fantasma. "¡Wow! ¡Eres un fantasma muy amigable! No tienes nada que temer", respondió Mateo emocionado. A partir de ese momento, Gaspar y Mateo se volvieron grandes amigos.

Juntos exploraron cada rincón del castillo, jugaron al escondite y se contaron historias de aventuras. Gaspar descubrió que no era necesario asustar para hacer amigos, sino que debía mostrarse tal como era.

Un día, Mateo le propuso a Gaspar organizar una fiesta en el castillo para presentarle a sus amigos el fantasma más amigable del mundo. Aunque Gaspar estaba muy nervioso por la idea, confiaba en su amigo y aceptó. Cuando llegó el día de la fiesta, los niños entraron al castillo con cierta cautela.

Pero en lugar de encontrar un fantasma aterrador, se encontraron con un Gaspar sonriente y dispuesto a divertirse junto a ellos. Jugaron juegos divertidos, bailaron y comieron ricos dulces.

Al final de la fiesta, los niños se acercaron emocionados a Gaspar:"¡Eres el mejor amigo fantasma que podríamos tener! Nunca nos habíamos divertido tanto", exclamaron todos al unísono. Gaspar estaba feliz porque había superado su miedo y demostrado que ser diferente no significa ser menos valioso.

A partir de ese día, el castillo siempre estuvo lleno de risas y juegos gracias a la amistad entre Gaspar y los niños. Y así fue como el tímido fantasma aprendió que lo importante no es cómo te veas por fuera, sino cómo eres por dentro.

Y desde entonces, nunca volvió a sentirse solo en su castillo pues había encontrado amigos verdaderos que lo aceptaban tal como era: ¡un simpático fantasma llamado Gaspar!

Dirección del Cuentito copiada!