Gastón y sus amigos al rescate



Había una vez en un hermoso jardín, un pequeño caracol llamado Gastón. Gastón era curioso y le encantaba explorar cada rincón del jardín.

Un día, mientras se deslizaba por el suelo, no se dio cuenta de un agujero que había justo en su camino y ¡plop! Cayó dentro de él. El pobre Gastón estaba asustado, era la primera vez que se encontraba en una situación así. Intentaba trepar por las resbaladizas paredes del agujero, pero era inútil.

Estaba atrapado y no sabía qué hacer. En ese momento, unas hormigas que pasaban por ahí vieron a Gastón y escucharon sus débiles lamentos de ayuda.

Sin dudarlo ni un segundo, las hormigas se organizaron rápidamente y formaron un puente con sus cuerpos para llegar hasta donde estaba el caracol.

Las hormigas eran muy fuertes y solidarias, lograron tender el puente hasta donde estaba Gastón y le dijeron: "-¡Agárrate fuerte a nosotras, te sacaremos de aquí!" El caracol se aferró con todas sus fuerzas a las hormigas y poco a poco fue subiendo por el puente vivo que habían creado para él.

Mientras tanto, una araña que tejía su tela cerca del agujero había observado toda la escena. Conmovida por la valentía de las hormigas, decidió ayudar también a Gastón. Tejió una resistente cuerda de seda y la dejó caer hasta donde estaban los demás animales.

Gastón pudo aferrarse ahora a la cuerda de seda mientras continuaba subiendo por el puente hecho por las hormigas. Finalmente, cuando parecía que ya casi lo lograrían, un pájaro que volaba sobre el jardín vio al caracol en apuros.

El pájaro descendió rápidamente y con mucho cuidado agarró la cuerda con su pico. Con delicadeza comenzó a jalar hacia arriba mientras Gastón ascendía sin parar gracias al esfuerzo conjunto de las hormigas, la araña y ahora también el pájaro.

Al fin, después de tanto esfuerzo y trabajo en equipo, Gastón salió sano y salvo del agujero. Estaba emocionado y agradecido con todos los animales que habían colaborado para rescatarlo.

Desde ese día, Gastón aprendió una gran lección: nunca debemos tener miedo de pedir ayuda cuando estamos en apuros; siempre habrá alguien dispuesto a tendernos una mano. Y así fue como aquel día se convirtió en uno lleno de enseñanzas sobre solidaridad, valentía y trabajo en equipo en el hermoso jardín donde habitaban estos increíbles seres.

FIN.

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