Gatito Aventurero y los Colores de la Amistad
Había una vez un pequeño gatito llamado Misi. Misi era un gato curioso y juguetón que vivía en la casa de una niña llamada Lucía. Su mejor amigo era un perro llamado Rocky, que siempre estaba listo para jugar. Un día, mientras Lucía se preparaba para salir al parque, Misi esperaba ansioso a Rocky.
"¡Vamos, Rocky! ¡Hoy va a ser un gran día!" - decía Misi, saltando de un lado a otro.
Pero Rocky no llegó. Esperó, esperó, y nada. Misi, al principio, se sintió muy triste.
"¿Y ahora con quién voy a jugar?" - murmuró mientras se acurrucaba en un rincón del jardín.
El sol brillaba y todo parecía más atractivo que jamás, pero sin su amigo, Misi no podía disfrutar de la diversión. Misi miró hacia el parque y vio a otros gatos y perros jugando juntos. Intentó unirse, pero no se sentía bien.
"No es lo mismo sin Rocky." - suspiraba al ver cómo otros amigos compartían risas y juegos.
Después de un rato, la curiosidad pudo más que la tristeza. Misi decidió salir a explorar. Se acercó a un grupo de gatos que jugaban a perseguir una pelota de lana.
"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Misi tímidamente.
Los gatos lo miraron y sonrieron.
"¡Claro! Vení, Misi. ¡Es muy divertido!" - dijo una gatita de rayas llamada Rita.
Misi comenzó a jugar y, aunque al principio se sentía diferente, se dio cuenta de que estaba disfrutando.
"¡Miren, puedo saltar muy alto!" - gritó Misi mientras saltaba y atrapaba la pelota.
Rita aplaudió y todos se rieron juntos. Poco a poco, Misi se fue sintiendo más a gusto con sus nuevos amigos. Jugaron al escondite, corrieron por el prado y, sin darse cuenta, había pasado toda la tarde.
"Gracias, chicos, es tan divertido jugar con ustedes" - dijo Misi al final del día.
Al regresar a casa, Misi se sintió diferente. Aún extrañaba a Rocky, pero había aprendido que había otros amigos con quienes jugar y divertirse.
Cuando vio a Rocky llegar con energía, Misi corrió a abrazarlo.
"¡Rocky! Jugué con otros amigos hoy y fue genial! Pero... ¡te extrañé también!" - exclamó Misi emocionado.
Rocky, sonriente, le contestó:
"¡Eso está genial, Misi! La amistad no significa que solo podamos jugar con uno. ¡Podemos tener muchos amigos!"
Desde entonces, Misi comprendió que aunque Rocky era su mejor amigo y tenían un vínculo especial, siempre había espacio para más amigos en su corazón. Aprendió que la diversión podía compartirse con todos y que cada amistad era única y especial a su manera.
Misi siguió explorando, jugando y comprendiendo que, al final, lo importante era estar abierto a nuevas experiencias. Así, cada día se llenaba de aventuras y colores en su vida, donde cada amigo traía un poco de sol y alegría a su día.
Y así, con una sonrisa en su cara, Misi siguió jugando en el parque, aprendiendo que siempre se puede ser feliz, incluso cuando no se está con el mejor amigo del mundo.
FIN.