Gatos en acción



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, una niña llamada Catalina y su hermano menor Lauti. Ambos eran amantes de los animales, especialmente de los gatitos.

Siempre que veían un gato en la calle, lo acariciaban y le daban algo de comer. Un día, mientras caminaban por el parque, encontraron a un pequeño gatito abandonado. El gatito era muy lindo pero estaba muy sucio y hambriento.

Catalina y Lauti decidieron llevarlo a casa para cuidarlo. Cuando llegaron a casa con el pequeño gatito, sus padres se sorprendieron al verlos con él. Pero después de escuchar su historia sobre cómo lo habían encontrado abandonado en el parque, aceptaron ayudarlos a cuidar del pequeño animal.

Catalina y Lauti estaban emocionados por tener un nuevo amigo animal en casa. Le pusieron nombre al gatito: —"Mar" , porque tenía unos ojos azules como el mar.

Los días pasaron y Mar creció sano gracias al amor y los cuidados que recibió de la familia Castillo. A medida que crecía, también se volvía más activo e inquieto.

Un día mientras jugaba dentro de la casa saltó sobre una mesa donde había varios objetos frágiles sobre ella causando que estos se cayeran al piso rompiéndose todos. La madre regañó al pequeño felino diciéndole "¡Mar! ¡No puedes hacer eso! ¡Mira todo lo que has roto!".

La niña Catalina intentó consolarlo diciendo: "Tranquilo Mar, no te preocupes vamos a enseñarte a jugar sin romper nada". Fue entonces cuando Catalina y Lauti decidieron enseñarle a Mar cómo jugar sin causar daño.

Le compraron juguetes especializados para gatos, le enseñaron lugares seguros donde podía saltar y jugar, y le dieron mucho amor. Mar aprendió rápidamente gracias al cariño de su familia. Se convirtió en un gato obediente y juguetón que no causaba problemas en la casa.

Un día, mientras paseaban por el parque, Catalina y Lauti vieron a otro niño llorando porque había perdido su perro. Sin pensarlo dos veces, ofrecieron ayudarlo a buscarlo. Después de varias horas buscando juntos encontraron al perro del niño y lo llevaron de vuelta con él.

El niño estaba muy feliz de haber encontrado a su amigo animal gracias a la ayuda de Catalina, Lauti ¡y Mar! Desde ese día en adelante, los hermanos Castillo se convirtieron en héroes entre sus amigos del barrio.

La historia de Mar no solo demuestra cómo el amor puede cambiar la vida de un animal abandonado sino también como un pequeño acto bondadoso puede marcar una gran diferencia en la vida de otra persona.

Y así fue como Catalina, Lauti ¡y Mar! demostraron que nunca es demasiado tarde para hacer una buena acción.

FIN.

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