Gatos en la Oscuridad
Había una vez un pequeño gatito blanco llamado Nieve. Era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba por el vecindario, se topó con un callejón oscuro donde había un gato negro llamado Noche.
Nieve se acercó tímidamente a Noche y le dijo: "¡Hola! Soy Nieve, ¿y tú?". Noche miró al gatito blanco con desconfianza y respondió: "Soy Noche, el gato de la oscuridad".
Nieve notó que Noche parecía triste y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste, Noche?". Noche suspiró y explicó: "La gente siempre me teme porque soy negro como la noche. Me siento solo y no tengo amigos".
Nieve sintió mucha empatía por su nuevo amigo felino y decidió ayudarlo. Dijo: "No te preocupes, Noche. La amistad no tiene colores ni apariencias. Vamos a demostrarle a todos que podemos ser amigos". Los dos gatos comenzaron a pasar tiempo juntos cada día.
Jugaron, saltaron y exploraron juntos sin importarles lo que los demás pensaran de ellos. Pronto, otros animales del vecindario empezaron a darse cuenta de su amistad especial.
Un día soleado, cuando salieron juntos al parque, vieron una ardilla atrapada en un árbol alto. La ardilla estaba asustada y no sabía cómo bajar. Nieve rápidamente dijo: "-¡Tenemos que ayudarla! ¡Vamos!"Ambos gatos trabajaron en equipo para encontrar una solución.
Noche trepó al árbol con su agilidad felina y atrapó a la ardilla en sus patas. Luego, bajaron juntos y liberaron a la pequeña criatura. La ardilla les dio las gracias y les dijo: "-Ustedes son increíbles. Nunca había visto una amistad tan fuerte e incondicional".
A partir de ese momento, los animales del vecindario comenzaron a ver a Nieve y Noche de manera diferente. Se dieron cuenta de que el color no importaba cuando se trataba de amistad y ayuda mutua.
Nieve y Noche se convirtieron en héroes locales, ayudando a otros animales necesitados en situaciones difíciles. Su amistad inspiradora enseñó una valiosa lección sobre la importancia de aceptar a los demás tal como son.
Desde aquel día, Nieve y Noche siempre estuvieron juntos, enfrentando cualquier desafío que se les presentara. Y aunque eran diferentes en apariencia, su amor mutuo demostraba que la verdadera amistad no tiene barreras ni prejuicios.
Y así, estos dos gatitos nos enseñan que debemos valorar nuestras diferencias y aceptarnos unos a otros sin importar cómo seamos por fuera. La amistad verdadera siempre brilla más allá de cualquier oscuridad o prejuicio.
FIN.