Gatos, un Perrito y un Sueño en el Serró



En un serró verde y montañoso, vivía un niño llamado Lucas. Lucas no tenía mucho, pero su corazón estaba lleno de amor. Tenía cinco gatos traviesos: Luna, un gato blanco y suave como una nube; Tigre, un gato atigrado con un espíritu aventurero; Sombra, un gato negro que siempre parecía observarlo; Canela, una gatita de pelaje marrón que le encantaba acurrucarse; y Pinta, una gata tricolor que siempre estaba lista para jugar. También tenía un perrito llamado Roco, que era su mejor amigo y lo acompañaba en todas sus travesuras.

Lucas pasaba los días explorando el serró con Roco y sus gatos. Uno de sus pasatiempos favoritos era coleccionar piedras de diferentes colores y formas que encontraba en el camino. Soñaba con hacer una cabaña de piedras en su patio, donde pudiera invitar a sus amigos y contarles historias.

Un día, mientras Lucas jugaba con sus gatos y Roco, notó que en el camino había más gente pasando. Eran turistas que venían a conocer la belleza del serró. Lucas, entusiasmado, se acercó a ellos con su sonrisa.

"¡Hola! ¿Quieren jugar con mis gatos y Roco?" - les preguntó, mientras los gatos se paseaban entre sus piernas.

Los turistas, sorprendidos y encantados, comenzaron a acariciar a los gatos. Todos estaban muy contentos, y Lucas sintió que había traído alegría a su día.

Pero al observar a los turistas se dio cuenta de que ellos tenían muchas cosas que él soñaba; juguetes, juegos, comida diferente. Esa noche, ya en casa, se sentó a pensar.

"¿Por qué no puedo tener esas cosas?" - se dijo a sí mismo, con un atisbo de tristeza. Pero Roco, que siempre parecía entenderlo, le lamió la mano, haciendo que Lucas sonriera nuevamente.

Pensando en cómo hacer un cambio en su vida, Lucas decidió que debía encontrar la manera de ganar algo de dinero. Se le ocurrió una idea brillante. Pronto, se dedicó a hacer pulseras con las piedras que había encontrado en el serró.

Cada mañana, Lucas se despertaba muy temprano, recogía piedras, las limpiaba y las acomodaba. Al principio, sólo hacía pulseras para él, pero luego, decidió mostrarle a los turistas lo que había creado.

Un fin de semana, se animó a poner un pequeño puesto a la orilla del sendero donde los turistas pasaban. Estaba nervioso, pero también emocionado.

"¡Miren! ¡Pulseras de piedras del serró!" - gritó, mostrando sus coloridas creaciones.

Los turistas se acercaron, intrigados por el talento del niño. Pronto las pulseras comenzaron a volar.

Un grupo de turistas se detuvo.

"¡Qué hermosas! ¿Cuánto cuestan?" - preguntó una señora con una sonrisa.

"Solo diez pesos cada una" - respondió Lucas, con la voz un poco temblorosa.

- “Me llevo tres, por favor.” - dijo la señora, y Lucas sintió cómo su corazón se llenaba de alegría.

En poco tiempo, gracias a su esfuerzo y creatividad, había vendido muchas pulseras y había ganado más dinero del que había imaginado. Con ese dinero, decidió comprar alimento para sus gatos y Roco, y también algunas cosas para él mismo, como colores y papel para dibujar.

De vuelta en casa, su corazón estaba tan lleno de felicidad que decidió hacer algo especial con sus gatos y Roco. DTSTART

"¡Vamos a hacer una fiesta, mis amigos!" - les gritó emocionado, poniendo música. Lucas compartió un poco de comida y, mientras bailaba con sus mascotas, se dio cuenta de algo importante.

"No necesito tantas cosas para ser feliz. Lo que importa son mis amigos y lo que puedo compartir con ellos" - pensó Lucas, agradeciendo por todo lo que tenía.

Desde entonces, cada fin de semana, Lucas organizaba una pequeña feria con sus pulseras y otras manualidades que hacía, y sus amigos de la zona también comenzaron a unirse a él. Su pequeño puesto se volvió un lugar donde la gente venía no solo a comprar, sino también a compartir historias y risas.

Así, Lucas aprendió que lo más valioso era la creatividad y la amistad, y que, a pesar de no tener mucho, siempre podía encontrar modos de ser feliz y hacer felices a los demás. Y con sus cinco gatos y Roco a su lado, siguió explorando el serró, creando sueños y compartiendo su alegría.

Un día, vio a un grupo de niños entrante a su feria y se acercó a ellos.

"¿Quieren aprender a hacer pulseras?" - preguntó.

Los ojos de los niños brillaron, y Lucas, feliz, se convirtió en el maestro de muchos, compartiendo su arte y creando una gran amistad entre todos.

Así, Lucas y sus amigos, en su pequeño rincón del serró, vivieron felices, creando y compartiendo juntos.

FIN.

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