Gaturro y el Hotel del Terror



Érase una vez un curioso gato llamado Gaturro que, atraído por un curioso cartel luminoso, decidió alojarse en el Hotel del Terror, un lugar conocido por ofrecer aventuras inesperadas. Al entrar, Gaturro se sintió un poco nervioso, pero su valentía lo impulsaba a seguir adelante.

Al acercarse al mostrador, el conserje, un búho sabio y un poco misterioso, le sonrió y le entregó una llave peculiar.

"Aquí tenés, amigo felino. ¡Tu habitación es la número 13!" - dijo el búho con un guiño.

La llave era impresionante; era una llave con forma de ojo que brillaba intensamente. Gaturro, intrigado, tomó la llave y se dirigió a su habitación. Al abrir la puerta, un escalofrío le recorrió la espalda.

Al entrar, encontró una habitación decorada de manera muy extraña; las paredes estaban cubiertas de espejos y el aire estaba lleno de susurros que parecían venir de todos lados. Sin embargo, lo que más le asustó fue un gran espejo en el centro de la habitación.

"¡Qué raro!" - se dijo a sí mismo. "¿Por qué se siente tan... extraño aquí?"

Al acercarse al espejo, Gaturro vio su propio reflejo, pero de repente, este comenzó a moverse por sí solo.

"¿Por qué estás aquí, Gaturro?" - preguntó su reflejo con una voz que sonaba como eco.

Gaturro, temblando un poco, respondió:

"Eh... solo estoy de visita. No quería asustarme, pero esto es muy raro.”

"A veces, lo que parece aterrador no es más que un reflejo de nuestras propias inseguridades. ¿Te gustaría jugar un juego?" - sugirió su reflejo, que ahora sonaba más amigable.

Intrigado y aunque algo temeroso, Gaturro asintió.

"¿Qué tipo de juego?"

"Tendrás que enfrentar tus miedos. Por cada queja que hagas sobre este lugar, yo me haré aún más espeluznante. Pero si logras ver lo divertido en todo esto, tú serás el que controle la situación" - explicó el espejo.

Gaturro se estiró, mientras pensaba.

"¡Está bien! ¡Acepto el desafío!"

Así comenzó el juego. Durante los siguientes minutos, Gaturro buscó situaciones que desafiaban su temor. El espejo se transformaba en objetos aterradores: monstruos animals, sombras danzarinas, incluso una araña gigante que lloraba. Sin embargo, cada vez que Gaturro se reía, las figuras se volvían más cómicas y menos aterradoras. Las sombras comenzaron a bailar de manera graciosa y los monstruos se rieron con él.

Ambos, el gato y su reflejo, comenzaban a disfrutar de la broma.

"¿Ves? No hay por qué tenerle miedo a todo. La risa puede transformar cualquier situación" - dijo el reflejo, sonriendo.

A medida que la habitación se llenaba de carcajadas, Gaturro comprendió la lección: a veces, lo que parecía aterrador sólo era una ilusión, un juego que la mente juega.

Finalmente, una vez terminado el juego, el espejo comenzó a brillar y se desvaneció. Antes de desaparecer, el reflejo le dijo:

"Recuerda, Gaturro, ser valiente no significa no tener miedo, sino enfrentarlo con una sonrisa. ¡Hasta la próxima!"

Gaturro salió de la habitación, sintiéndose ligero y risueño. Había aprendido que el temor es parte de la vida, pero también lo es la alegría. Así, transformó lo que inicialmente parecía un lugar aterrador en una divertida aventura. Desde ese día, Gaturro compartió su historia con otros animales, recordándoles que siempre se debe enfrentar a los miedos con valor y buena voluntad.

Así el gato valiente se convirtió en un héroe de su propia historia, y aunque regresó a su hogar, siempre llevó consigo la fuerza que encontró en aquel extraño hotel del terror.

FIN.

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