Gaturro y la Aventura del Cine
Era un día soleado en la escuelita de Gaturro. El sol brillaba, los pájaros cantaban y todos los gatos estaban emocionados por el recreo. Pero cuando sonó el timbre para entrar a la clase de matemática, Gaturro no estaba de humor.
"¡Matemáticas! ¡Qué aburrido!" - se quejó mientras caminaba hacia el aula.
La maestra, la señora Gata, siempre era muy estricta con las reglas. En un arranque de travesura, Gaturro decidió distraer a sus compañeros.
"¡Miren esto!" - gritó, mientras lanzaba papeles en el aire.
Todos comenzaron a reír, pero la risa no duró mucho. La señora Gata se dio cuenta de lo que estaba pasando, y aunque Gaturro pensaba que era gracioso, ella no lo vio así.
"¡Gaturro!" - gritó la maestra con voz firme. "¿Qué te crees? ¡Esto no es un circo! ¡A la dirección, ya!"
Gaturro se sintió un poco mal. Sabía que había hecho una travesura, pero no esperaba ser llevado a la dirección. En lugar de eso, pensó que era una buena oportunidad para salir de la escuela. Con un rápido vistazo a la puerta, decidió escaparse.
"No puedo soportar más matemáticas" - se dijo mientras salía por la parte trasera del colegio, sin que nadie lo viera.
Con sus patas rápidas, se dirigió al cine. Al llegar, vio el cartel de "Intensamente 2" y sus ojos brillaron de emoción. Se acercó a la boletería.
"Una entrada para 'Intensamente 2', por favor" - dijo contento.
"¿Y palomitas?" - preguntó el boletero.
"¡Sí, por favor!" - respondió Gaturro, con la pancita vacía.
Disfrutó la película, riendo y sintiendo cómo los personajes lo llevaban a un mundo de colores y emociones.
Pero al salir del cine, una inquietud lo invadió.
"¿Qué pensará mi maestra de mí?" - se preguntó, mientras sus palomitas se acababan.
Gaturro sintió un nudo en su pancita. Había sido divertido escapar, pero no estaba bien dejar a sus amigos ni a la maestra preocupados. Decidió que era tiempo de volver y enfrentar las consecuencias.
"Tal vez no me retará tanto si le explico lo que sentía" - pensó mientras caminaba de regreso a la escuela.
Al llegar, se encontró con la señora Gata, que se veía inquieta.
"Gaturro, ¡qué gusto verte de nuevo! Me preocupé mucho cuando no regresaste. ¿Estás bien?" - le preguntó la maestra con un tono más suave.
Gaturro sintió un alivio.
"Lo siento, señora Gata. Solo quería un poco de diversión, pero debería haberme quedado en clase. La matemáticas son importantes" - dijo sincero.
La señora Gata frunció un poco el ceño, pero luego sonrió.
"Está bien, Gaturro. Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos y tener responsabilidad por nuestras acciones".
Gaturro asintió, sintiéndose un poco más sabio.
"Prometo que no volveré a escaparme. Las matemáticas tal vez no sean tan divertidas, pero voy a esforzarme más en clase" - dijo con determinación.
"Eso me suena mejor. ¿Qué te parece si para compensar, hoy te quedas pase lo que pase después de luces apagadas a recoger papeles?" - propuso la maestra, guiñándole un ojo.
"¡Creo que puedo con eso!" - respondió Gaturro, ya imaginándose la risa de sus compañeros.
Y así, Gaturro regresó a su clase, aprendiendo que a veces la diversión puede llevarnos a situaciones inesperadas, pero siempre es mejor enfrentar la realidad y aprender de nuestros errores. Desde aquel día, prometió no olvidar la importancia de ser responsable y, de vez en cuando, dejar un poco de lado la travesura para disfrutar del aprendizaje en compañía de sus amigos.
FIN.