Génesis y el día sin dibus



Era un hermoso día soleado en el barrio de Génesis García. La niña, con sus rulos dorados y una sonrisa brillante, había llegado al jardín con muchas ganas de jugar. Sin embargo, hoy no sería un día común. Génesis había decidido, sin pensarlo mucho, hacer travesuras en lugar de cumplir con las normas del jardín.

"¡Vamos a hacer una torre gigante con los bloques!" - propuso a sus amigos.

Pero lo que comenzó como un simple juego, se convirtió en un gran desastre. Génesis empujó los bloques por todas partes, causando un verdadero alboroto.

"¡Génesis, no!" - gritó su amiga Ana, mientras los bloques se desmoronaban.

Al final del día, la seño Paty, cansada de la indisciplina, decidió hablar con los papás de Génesis.

Cuando llego a casa, sus padres estaban esperando.

"Génesis, hoy no te comportaste bien en el jardín, y eso nos preocupa" - comentó su papá.

"Pero, ¡yo solo quería jugar!" - protestó Génesis.

Sin embargo, fue inevitable. La niña se encontró enfrentando las consecuencias de su comportamiento. Sus padres decidieron castigarla sin dibus por una semana.

"No puede ser justo, por favor, una sola vez" - suplicó ella.

Incluso, cuando llegó la Navidad, papá no trajo lo que pidió en su carta.

"Querida, necesitamos que entiendas lo importante que es ser responsable" - dijo su mamá.

Génesis se sintió muy triste y frustrada. Tenía una lista de regalos que incluía lápices de colores, hojas para dibujar y un libro de cuentos. Sin embargo, su papá le explicó.

"No siempre podemos tener todo lo que queremos, sobre todo cuando no hemos sido buenos. Pero eso no significa que podamos aprender de nuestros errores".

A partir de ese día, Génesis decidió cambiar. Buscó nuevas formas de ser responsable y se esforzó por comportarse en el jardín. Aunque no tenía dibus para usar, comenzó a inventar historias en su mente, y las contaba a su gato, Pipo.

"Era una niña que vivía en un mundo lleno de color, y un día olvidó que tenía que cuidar su hogar" - narraba Génesis.

Su papá la escuchaba desde la cocina, muy orgulloso de ella. Con el tiempo, su esfuerzo dio frutos. Un día, la seño Paty la felicitó por su buen comportamiento.

"Génesis, estoy muy orgullosa de ti, has mejorado mucho. Eres una gran compañera" - le dijo.

Ese elogio llenó de alegría a la niña. Por primera vez, comprendió que su esfuerzo era valorado y que cada acción tiene sus consecuencias. Cuando llegó el día de Navidad, Génesis recibió una carta especial de papá.

"Querida Génesis, estoy feliz de ver tu esfuerzo y compromiso. Ahora puedes elegir un regalo especial" - le escribió.

Y así fue como, a pesar de los desafíos y las travesuras, Génesis comprendió la importancia de ser responsable y cómo sus acciones podían influir en su vida. Recordó que el verdadero regalo no era solo lo material, sino el amor de sus padres, la confianza que le daban, y sobre todo, aprender a ser una mejor persona día a día.

Desde aquel día, Génesis nunca olvidó la importancia de ser amable y respetuosa, y quizás, hasta escribió una nueva carta, no para pedir más regalos, sino para agradecer a sus padres por enseñarle valiosas lecciones.

Así, con su sonrisa y su impronta de creatividad, Génesis García se convirtió en una verdadera artista del comportamiento, creando obras de arte que no necesitaban papel ni lápiz, sino el amor en su corazón.

FIN.

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