Genesis y los Recuerdos de Laguna Prieta
Había una vez una niña llamada Génesis que vivía en la pintoresca comunidad de Laguna Prieta. En cada rincón del pueblo resonaban las risas de los niños jugando. Génesis, con su cabello rizado y su sonrisa contagiosa, siempre estaba dispuesta a jugar a los juegos tradicionales que sus abuelos le contaban.
Una tarde, mientras corría por el campo, su abuela la llamó desde la casa.
"¡Génesis, ven a ver esto!"
Génesis, intrigada, se acercó a la casa de su abuela, donde encontró una caja polvorienta llena de recuerdos.
"¿Qué hay ahí, abuela?"
"Son los juegos que jugaba cuando era niña. Te quiero enseñar algunos."
La pequeña no podía esconder su emoción. Entre las cosas había una cuerda de saltar, unos aros y un pequeño trompo.
"¿Podemos jugar ahora mismo?"
"Claro, pero primero debes aprender las reglas. Cada juego tiene su magia."
Génesis asintió, ansiosa por comenzar.
La abuela le explicó cómo jugar a las escondidas con un giro especial: en Laguna Prieta, cada vez que alguien se encontraba, debía contar una historia sobre el lugar.
"Pero, abuela, ¿y si no sé de historias?"
"Es simple, hija. Todo lo que ves a tu alrededor tiene una historia que contar; solo debes mirar con atención."
Génesis empezó a jugar y, poco a poco, comenzó a descubrir la riqueza de las historias de Laguna Prieta, desde el viejo sauce que parecía hablar hasta la leyenda de la laguna, que perdía su brillo al caer el sol.
Una tarde, mientras jugaba con sus amigos a la rayuela, Génesis notó que algo raro estaba sucediendo con la laguna.
"Chicos, miren, el agua está más baja de lo normal. ¿Qué pasará?"
Los niños se miraron confundidos.
"Nunca había pasado esto. ¿Podemos jugar aquí o debería ir a avisar a alguien?"
"Tal vez podamos ayudar... La abuela siempre dijo que debíamos cuidar la laguna."
Esa noche, Génesis habló con sus abuelos sobre lo que había visto.
"Querida, la laguna es muy importante para nuestra comunidad. Tal vez necesitemos hacer algo. ¿Qué piensas?"
"Podríamos convocar a todos los niños y contarles lo que descubrimos. Tal vez ellos quieran ayudar."
"Es una excelente idea, mi pequeña. Así podrán aprender a cuidar nuestro hogar."
Así fue como Génesis organizó una reunión en la plaza.
"¡Chicos! ¡Necesitamos cuidar la laguna! Todos sabemos que es nuestro lugar mágico. ¿Nos ayudan a descubrir cómo podemos hacerlo?"
Los niños se llenaron de entusiasmo. Se les ocurrió hacer carteles y organizar una limpieza. La abuela, emocionada, preparó galletas de maíz y les contó historias mientras trabajaban.
"Recuerden, cada vez que ayuden a la naturaleza, el buen karma vuelve a ustedes."
Al finalizar la limpieza, la comunidad se unió para ver el atardecer en la laguna.
"¡Miren! El agua ya empieza a volver. ¡Hicimos un buen trabajo, chicos!"
Los rostros de los niños brillaban de alegría mientras el sol se reflejaba en el agua.
"Este es solo el comienzo. Podemos hacer más cosas juntas. ¡Laguna Prieta siempre será nuestro hogar!"
Desde ese día, Génesis no solo disfrutaba de los juegos tradicionales, sino que también le enseñaba a sus amigos a cuidar el mundo que los rodeaba. Era una niña feliz, que aprendía de cada historia y cada juego, y entendía que la tradición podía entrelazarse con el amor por la naturaleza.
Y así, en Laguna Prieta, la magia de los recuerdos seguía viva gracias a una niña con un gran corazón.
FIN.