Gina y la bondad en Villa Feliz



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, donde vivía una niña llamada Gina. Gina era conocida por ser muy buena estudiante y siempre sacaba las mejores notas en la escuela.

Además, le encantaba comer y dormir, dos de sus actividades favoritas. Un día, mientras jugaba con sus amigas en el parque, escucharon a lo lejos la risa de un niño que parecía necesitar ayuda.

Sin pensarlo dos veces, Gina y sus amigas corrieron hacia el lugar de donde provenía el sonido y encontraron a Martín, un niño que se había caído de su bicicleta. - ¡Martín, ¿estás bien? ! -exclamó Gina preocupada mientras ayudaba al niño a levantarse. - Sí...

gracias por ayudarme -respondió Martín con una sonrisa tímida. Gina y sus amigas se aseguraron de que Martín estuviera bien y lo acompañaron hasta su casa.

En el camino, Martín les contó que estaba practicando para participar en una carrera de bicicletas que se llevaría a cabo en el pueblo al día siguiente. - ¡Deberías venir a vernos competir! Será muy emocionante -invitó Martín entusiasmado. Gina nunca había ido a ver una carrera de bicicletas y la idea le pareció muy emocionante.

Esa noche, antes de irse a dormir, no podía dejar de pensar en la carrera y en cómo se sentirían los niños compitiendo. Al día siguiente, Gina y sus amigas llegaron temprano al lugar de la carrera.

Estaban rodeadas por un ambiente lleno de emoción y energía. Cuando comenzó la competencia, todos los niños pedalearon con todas sus fuerzas en busca de la victoria. Gina animaba a Martín con todo su corazón desde las gradas.

Finalmente, después de varias vueltas emocionantes, Martín cruzó la línea de meta en primer lugar. Todos los espectadores estallaron en aplausos y vítores por semejante hazaña. - ¡Felicidades Martín! ¡Eres increíble! -gritó Gina emocionada mientras corría hacia él para felicitarlo.

Martín estaba radiante de felicidad y le agradeció a Gina por haberlo apoyado durante toda la carrera. Desde ese día, Gina descubrió lo gratificante que era ayudar a los demás y apoyar a sus amigos en momentos importantes.

A partir de entonces, además de estudiar mucho para seguir siendo una excelente alumna e indulgente consigo misma disfrutando del buen comer y dormir adecuadamente; también dedicaba parte de su tiempo a participar activamente en actividades solidarias del pueblo junto con sus amigas.

Juntas lograban hacer del mundo un lugar mejor con pequeños gestos cotidianos llenos amor y compañerismo.

FIN.

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