Glupi y su viaje hacia el sol
Era un hermoso día soleado en el lago Espejo Azul. Las gotitas de agua danzaban alegremente en la superficie, brillando como pequeños diamantes bajo la luz del sol. Entre ellas, había una gota de agua animada llamada Glupi. Era una gotita curiosa y soñadora, siempre contemplando el horizonte, atrapada entre la belleza del lago y la aventura que anhelaba vivir.
"Un día de estos, me voy a aventurar lejos de aquí", solía decir Glupi, mirando las montañas a lo lejos.
"Pero, Glupi, ¡el lago es nuestro hogar! ¿Por qué querrías irte?", le respondía su amiga, Lili, una gota más cautelosa.
"Porque el mundo es enorme y lleno de cosas maravillosas. Quiero ver lo que hay más allá!", insistía Glupi, imaginando paisajes lejanos y criaturas desconocidas.
Ese día, mientras el sol brillaba con fuerza, Glupi empezó a sentir un extraño calor.
"¿No sienten calor?", preguntó Glupi, mientras se deslizaba con sus amigas.
"No, ¿qué te pasa?", respondió Lili, asombrada.
De repente, Glupi sintió algo inusual: su cuerpo comenzó a vibrar, como si un pequeño motor hubiera comenzado a funcionar dentro de ella. La luz del sol la abrazaba, y su piel transparentosa empezaba a burbujear.
"¡Mirá! ¡Estoy burbujeando!", gritó Glupi emocionada.
Al principio, las demás gotitas la miraron con extrañeza, pero luego, comenzaron a reírse.
"¡Glupi, sos una gota loca!", se burló Rita, una gota traviesa.
Pero Glupi no se desanimó. Se sentía llena de energía y, de repente, un rayo de sol la iluminó con un destello mágico, haciendo que su cuerpo se transformara en cientos de pequeñas gotitas luminosas. Glupi, asombrada, se dio cuenta de que había comenzado a evaporarse.
"¡Miren! ¡Voy hacia el cielo!", exclamó mientras ascendía hacia lo desconocido.
Las otras gotitas la miraban con admiración y un poco de miedo.
"¡No te vayas, Glupi!", gritaron al unísono.
Pero Glupi ya estaba en camino a una aventura que había soñado durante tanto tiempo. Mientras ascendía, pudo ver todo el lago desde arriba, sintiendo la frescura del aire. Las nubes la abrazaban y, poco a poco, se sentía más ligera y libre. Al llegar al nivel de las nubes, Glupi se dio cuenta de que no estaba sola. Con ella viajaban otras gotitas que también se estaban evaporando.
"Hola, soy Nube y estas son mis amigas", dijo una gota más grande que se presentaba como Nube.
"¡Hola! Soy Glupi. ¡Esto es increíble!", respondió emocionada.
Las gotitas comenzaron a bailar en el aire.
"¿A dónde vamos, Nube?", preguntó Glupi.
"Vamos a viajar y ver el mundo desde arriba. Las nubes llevamos el agua a donde más se necesita", explicó Nube.
Glupi no podía creer lo que oía. Esta era la aventura que siempre había deseado. Volar por los cielos, ver montañas cubiertas de nieve, ríos serpenteantes y océanos inmensos. Y así, juntas, comenzaron su viaje.
La primera parada fue un hermoso bosque. Desde arriba, Glupi pudo ver cómo los árboles eran gigantes y sus hojas brillaban como esmeraldas. Ella y Nube dejaron caer algunas gotitas de agua sobre las plantas sedientas.
"¡Es como una lluvia mágica!", exclamó Glupi.
Más tarde, volaron sobre una alta montaña. Las copas estaban cubiertas de nieve, y Glupi sintió que el frío la abrazaba.
"¿Qué sucede, Glupi?", preguntó Nube.
"El frío me da un poco de miedo", respondió la gota.
"No te preocupes, aquí somos todas gotitas. ¡Disfrutemos de la belleza!", la animó Nube.
Mientras exploraban, Glupi se dio cuenta de que cada lugar era diferente y especial. Aprendió que el agua era esencial en todos los rincones del mundo: en el desierto, en las montañas y en la ciudad.
Finalmente, luego de un emocionante viaje, comenzaron a caer nuevamente en forma de lluvia hacia la tierra. Glupi comprendió que aunque el viaje había sido impresionante, cada gotita tenía su propio camino y en algún momento volverían a reunirse en el lago.
"Gracias, Nube! Nunca olvidaré esta aventura", le dijo Glupi mientras comenzaba a sentir la frescura del lago de nuevo.
Al llegar de vuelta al lago, Glupi sintió una felicidad inmensa. Ya no era la misma gota que había dejado el lago. Había viajado, aprendido y compartido. Ahora, tenía muchas historias para contar a sus amigas.
"¿Dónde estuviste, Glupi?", preguntaron todas emocionadas.
"¡Aventuras en el cielo! He visto el mundo desde arriba y he aprendido lo importante que somos todos. Cada uno de nosotros, ya sea en el lago o volando, tenemos una misión y un propósito!".
Y así, Glupi se convirtió en la gota más aventurera del lago Espejo Azul, compartiendo su historia e inspirando a sus amigas a nunca dejar de soñar. Cada día, mientras el sol brillaba, sabía que las aventuras siempre estaban a un paso de distancia, esperando ser descubiertas.
FIN.