Gokú y los camiones
Había una vez, en un pequeño pueblo, un niño llamado Gokú. Desde muy pequeño, Gokú había descubierto que tenía poderes especiales. Podía mover cosas con la mente, volar por los cielos y hasta hacerse invisible. Pero lo más increíble de todo es que también podía hablar con los objetos.
Un día soleado, mientras paseaba por las calles de su pueblo, Gokú notó algo extraño. Los camiones que solían pasar por allí todos los días, parecían tristes, enojados y algunos, incluso, alegres. Gokú se acercó a uno de ellos y le preguntó: -¿Por qué estás tan triste, amigo camión? -. El camión, sorprendido, le respondió: -Es que hace mucho tiempo que nadie me cuida ni me lava. Me siento abandonado y sucio-. Gokú comprendió que los camiones necesitaban ayuda, así que decidió usar sus poderes para arreglar las cosas.
Comenzó a hablar con cada uno de los camiones, escuchando sus problemas y preocupaciones. Descubrió que algunos se sentían enojados porque siempre los trataban mal, mientras que otros estaban contentos porque eran bien cuidados por sus dueños. Decidió que era momento de hacer algo al respecto.
Gokú habló con los dueños de los camiones y les explicó cómo se sentían. Les pidió que los trataran con cariño, que los limpiaran y repararan cuando estuvieran rotos. Los dueños, impresionados por las habilidades de Gokú, prometieron cuidar mejor a sus vehículos.
Poco a poco, los camiones empezaron a cambiar. Los tristes recuperaron su brillo, los enojados se volvieron más amigables y los alegres se mantuvieron radiantes. Gokú había logrado lo que parecía imposible: cambiar el ánimo de los camiones.
Desde aquel día, Gokú se convirtió en un héroe para los camiones y, cada vez que pasaba por las calles, podía ver cómo relucían de felicidad. Los niños del pueblo comenzaron a imitar a Gokú, cuidando y respetando a los objetos a su alrededor.
Y así, entre risas y alegría, Gokú aprendió una gran lección: que no importa lo que seas, todos merecen ser tratados con amabilidad y respeto.
FIN.