Gonzalito y Su Gran Presupuesto
Era una vez un pequeño genio llamado Gonzalito, que vivía en un barrio alegre de Buenos Aires. Era tan inteligente que había inventado lo que él llamaba el 'Gonzalineador', una máquina que organizaba cualquier cosa en un instante. Pero había algo que Gonzalito no sabía hacer: manejar su dinero.
Un día, mientras jugaba en su taller, su mamá, la señora Marta, entró y le dijo:
"Gonzalito, ¿sabés que tenemos que hablar sobre el dinero para tus juguetes nuevos?"
"¿Dinero?" – respondió Gonzalito con un tono de sorpresa. –"¡Esto va a ser fácil!"
Y así, decidió que era hora de hacer un presupuesto personal. Gonzalito corrió a la tienda de la esquina, donde conocía a Don Pancho, el amable vendedor:
"¡Don Pancho! Quiero comprar un juguete nuevo, pero primero necesito saber cuánto dinero tengo y cuánto gasto."
"Bueno, Gonzalito, eso suena como un gran plan. ¿Tenés idea de cuánto dinero tenés?"
"¡Uh! Creo que tengo algunos billetes y monedas en mi alcancía. Voy a contarlos.”
Al llegar a casa, Gonzalito abrió su alcancía y encontró: tres billetes de diez pesos, un billete de veinte y una moneda de dos. Se sentó a la mesa y comenzó a hacer cuentas:
"Así que tengo en total:
3 x 10 = 30
+ 20 = 50
+ 2 = 52 pesos."
Contento con su descubrimiento, decidió que quería comprar un nuevo robot de juguete que costaba 60 pesos. Sin embargo, se dio cuenta de que le faltaban 8 pesos. Entonces, pensó en una idea brilladora:
"¡Voy a pasar la semana vendiendo limonada! Así tengo el dinero que me falta."
Al día siguiente, Gonzalito se puso su delantal y puso en marcha su plan. Instaló un puesto de limonada en la vereda y esperó.
"¡Limonada fresca! ¡Solo un peso el vaso!"
Pasaron muchas personas, pero no todos compraron. Tras varias horas de esfuerzo, solo había vendido 3 vasos. Al ver que no era suficiente, decidió pedir ayuda a sus amigos:
"Chicos, necesito su ayuda para vender más limonada. Juntos, podemos hacerlo."
Sus amigos Sofía y Martín llegaron con entusiasmo:
"¡Sí, claro! Vamos a hacerlo más divertido. Haremos carteles y vamos a cantar mientras vendemos!"
"¡Genial!" – dijo Gonzalito. – "¡Vamos a hacer una gran fiesta de limonada!"
Juntos, decoraron el puesto y comenzaron a atraer a más gente. Poco a poco, los vasos de limonada desaparecían y el dinero comenzó a acumularse. Gonzalito empezó a sentirse emocionado. Cuando terminaron la venta, habían recaudado 80 pesos.
"¡Lo logramos! Ahora tengo suficiente para comprar mi robot. Gracias, chicos. Ustedes son los mejores!"
"No hay de qué, Gonzalito. ¡La diversión siempre cuenta!"
Con entusiasmo, Gonzalito fue a la tienda a comprar su ansiado robot. Al entrar, Don Pancho lo recibió:
"¿Qué tal, campeón? ¿Ya tenés tu dinero?"
"¡Sí, Don Pancho! Y hasta me sobraron 28 pesos. ¿Qué puedo hacer con eso?"
"Podés ahorrar, Gonzalito. ¡Es una excelente idea! También podés comprar algo para hacer un regalo."
"¡Ah! Podría ahorrar para una sorpresa para mi mamá. ¡Eso sería genial!"
Así que, en vez de gastar todo su dinero, Gonzalito decidió ahorrar y comprarle una flor a su mamá. Al llegar a casa, la señora Marta estaba sorprendida:
"¡Ay, Gonzalito! ¿Qué hermosa flor!"
"Mamá, la compré porque te quiero. Y aprendí a hacer un presupuesto. ¡Ahora sé manejar mi dinero mejor!"
La señora Marta sonrió, orgullosa de su hijo, quien había aprendido que el dinero no solo se trata de gastar, sino de también ahorrar, planificar y ayudar a los demás. Desde ese día, Gonzalito se convirtió en un maestro del dinero, enseñando a sus amigos cómo llevar un buen presupuesto y disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Y así, el genio intrépido se fue preparando para nuevos retos, siempre lleno de ideas brillantes y con un corazón generoso.
Y colorín colorado, este presupuesto se ha acabado.
FIN.