Gonzalo el valiente


Había una vez un pequeño niño llamado Gonzalo que asistía a la escuela primaria. Siempre había sido un chico feliz y lleno de energía, pero últimamente había estado triste y preocupado.

Y es que tenía unos compañeros de clase muy molestos que siempre se burlaban de él y lo hacían sentir mal. Un día, después de soportar varias burlas y bromas pesadas, Gonzalo decidió hablar con su mamá sobre lo que estaba pasando.

Ella lo escuchó atentamente y le dijo: "Gonzalo, sé que no es fácil enfrentar a tus compañeros cuando te molestan, pero recuerda que eres valiente y fuerte. No permitas que sus palabras te lastimen".

Con las palabras de aliento de su mamá en mente, Gonzalo decidió buscar una solución para enfrentar a sus compañeros molestos. Pensó en diferentes estrategias hasta que finalmente tuvo una idea brillante.

Al día siguiente en el recreo, mientras los otros niños se reían de él, Gonzalo se acercó al grupo con una sonrisa en su rostro. "-Hola chicos", dijo amablemente. Los demás quedaron sorprendidos por esta actitud tan inesperada. Uno de los niños más burlones preguntó: "-¿Qué quieres? ¿Viniste a ser nuestro payaso?".

Gonzalo respondió con calma: "-No vine a ser su payaso ni tampoco quiero pelearme con ustedes. Vine aquí para decirles algo importante". Los compañeros se miraron entre sí intrigados y decidieron escuchar lo que Gonzalo tenía para decirles.

"-Sé que ustedes disfrutan haciendo bromas pesadas sobre mí, pero quiero que sepan que eso me hace sentir muy mal. Todos merecemos ser tratados con respeto y amabilidad", expresó Gonzalo con determinación.

Al principio, los compañeros de Gonzalo se quedaron en silencio, sin saber qué decir. Pero luego uno de ellos habló: "-Nunca pensamos en cómo te sentías. Solo queríamos reírnos un poco".

Gonzalo les respondió: "-Entiendo que quieran divertirse, pero hay muchas maneras de hacerlo sin lastimar a los demás. Podemos jugar y reír juntos sin necesidad de burlarnos o hacer daño". Los niños comenzaron a reflexionar sobre las palabras de Gonzalo y poco a poco fueron entendiendo su mensaje.

Se dieron cuenta de lo equivocados que estaban al molestarlo constantemente. Después de esa conversación sincera, los compañeros de Gonzalo cambiaron su actitud hacia él. Comenzaron a tratarlo con más respeto y amabilidad, e incluso lo invitaron a ser parte de sus juegos.

Gonzalo se sintió feliz al ver el cambio positivo en sus compañeros. Aprendió que enfrentar la situación con valentía y sinceridad había sido la clave para resolver el problema.

Desde ese día, Gonzalo supo cómo enfrentar cualquier situación incómoda o molesta que pudiera surgir en su vida. Siempre recordaba las palabras sabias de su mamá: "No permitas que las palabras te lastimen". Y así fue como vivió felizmente rodeado de amigos leales y respetuosos.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado ¡pero la valentía y el respeto siempre estarán presentes en el corazón de Gonzalo y sus amigos!

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