Goretti y la Mariposita de Mil Colores
Había una vez, en un colorido reino llamado Arcoíris, una reina llamada Goretti. Ella era una reina bondadosa y justa que siempre deseaba lo mejor para su pueblo. Su castillo estaba rodeado de jardines bellos, llenos de flores de todos los colores, pero había algo en el bosque cercano que la preocupaba.
El bosque, aunque hermoso, era hogar de una bruja llamada Teresa. Los rumores decían que era un poco temida por la gente del reino, ya que tenía un gran poder. Sin embargo, nadie se atrevía a conocerla de verdad. Goretti, siendo la reina valiente que era, decidió que era hora de limpiar esos malentendidos.
Un día, mientras paseaba por el jardín, vio a un curioso ogro llamado Andrés mirando las flores desde la distancia. Él era muy grande y algo torpe, pero tenía un corazón inmenso y siempre quería ayudar a los demás.
"Hola, gran ogro, ¿te gustaría acompañarme al bosque a conocer a la bruja Teresa?" - le preguntó Goretti.
"¿¡La bruja! ?" - respondió Andrés con un tono de sorpresa. "Pero, Reina, dicen que es peligrosa..."
"Eso dicen, pero no podemos juzgar sin conocerla. Vamos juntos. Tal vez se sorprenda al vernos y se haga nuestra amiga."
Andrés dudó un momento, pero la valentía de la reina lo inspiró, así que aceptó. Juntos, caminaron hacia el bosque. Mientras se adentraban entre los árboles, encontraron una mariposita de mil colores revoloteando entre las hojas.
"¡Mirá qué hermosa!" - dijo Goretti.
"Sí, parece mágica" - contestó Andrés, mirando cómo la mariposita danzaba con gracia.
"¡Tal vez sea el espíritu del bosque!" - sugirió Goretti emocionada.
De repente, la mariposita se posó en el hombro de Goretti y comenzó a hablar.
"Hola, queridos amigos. Soy Lila, la mariposita mágica. He escuchado sus corazones valientes. ¿Por qué buscan a Teresa?"
"Queremos conocerla y entenderla" - dijo Goretti.
"¡Eso es admirable! La bruja Teresa no es mala, solo ha tenido una vida muy solitaria. ¡Sigan adelante! Yo los guiaré."
Lila los condujo a la casa de Teresa, que era una pequeña cabaña adornada con plantas y flores. Al llegar, encontraron a Teresa en medio de un libro grande, creando pociones de colores. Al ver a los tres, la bruja frunció el ceño.
"¿Qué quieren?" - preguntó con un tono áspero.
Andrés, aunque asustado, tomó aliento y dijo:
"Queremos conocerte y entenderte. Todos hablan de ti como si fueras mala, pero creemos que hay algo más en ti."
Teresa se sorprendió por la valentía del ogro y, para su sorpresa, sonrió levemente.
"¿Así que vinieron a juzgarme?"
"No, venimos a conocer a la persona detrás de los rumores. Queremos ser tus amigos. " - respondió Goretti, sosteniendo la mirada de Teresa.
La bruja sintió algo especial en su corazón. Comenzó a compartir su historia:
"He estado sola tanto tiempo… mis trucos de magia son mis amigos, pero siempre quise compañía."
"¡Nosotros también te queremos a ti!" - exclamó Lila. "Juntos podemos hacer algo asombroso. ¿Te gustaría unir fuerzas?"
Y así, la bruja, la reina y el ogro comenzaron a crear una alianza mágica en el bosque. Descubrieron que cada uno poseía habilidades únicas. Teresa mostraba a la reina y al ogro cómo mezclar pociones increíbles, mientras que Goretti traía nuevas ideas y aventuras, y Andrés ayudaba con su fuerza y destreza.
Pronto se corrió la voz en el reino de que la bruja Teresa no era mala, sino que era una gran amiga. Con el poder de su amistad, transformaron el bosque en un lugar de alegría, donde todos podían venir a jugar y disfrutar de la magia de la naturaleza.
Lila, la mariposita de mil colores, se convirtió en el símbolo de su amistad y se aseguraba de que todos conocieran la verdadera Teresa. Al final, el reino de Arcoíris prosperó como nunca antes, recordando siempre una lección importante: no hay que juzgar a alguien por lo que dicen los demás, sino conocerlos de verdad, porque cada uno tiene una historia que vale la pena escuchar.
Desde ese día, la reina Goretti, la bruja Teresa y el ogro Andrés vivieron muchas aventuras, siempre juntos y con sonrisas en sus rostros, celebrando la diversidad y la amistad. Y así, el bosque se volvió un lugar de paz, donde todos eran bienvenidos, sin importar sus diferencias.
FIN.