Greta y su gata dormilona



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Greta. Greta era muy activa y siempre tenía mil ideas en la cabeza. Amaba correr, jugar y explorar cada rincón de su casa y su parque. Pero había una cosa que le hacía mucha falta: su gata, Mía.

Mía era una gata muy especial. Tenía un hermoso pelaje atigrado y unos ojos que parecían dos esmeraldas. Pero había un pequeño detalle: Mía era la gata más dormilona del mundo.

Cada día, Greta se levantaba temprano, se preparaba un desayuno lleno de energía y salía corriendo al parque, mientras que Mía, acurrucada en su cama, sólo abría un ojo y se acomodaba todavía más en su mantita.

"¡Mía, vamos a jugar!" - gritaba Greta, mientras saltaba por la casa.

"Miau... cinco minutitos más, por favor" - respondía Mía con una voz somnolienta.

Un día, Greta decidió que debía hacer algo para animar a su amiga. Así que, en lugar de salir sola, se quedó en casa y planeó un día especial para Mía. Comenzó a decorarlo todo con globos de colores y luces brillantes.

"¡Hoy será el Día de Mía!" - exclamó Greta emocionada. "Vamos a hacer todo lo que te gusta, ¡hasta una fiesta!".

Cuando Mía finalmente se despertó, se quedó maravillada al ver el salón lleno de color.

"¿Pero qué es esto?" - preguntó Mía sorprendida, estirándose y desperezándose.

"¡Es tu día especial! El Día de Mía! Vamos a hacer un picnic en el jardín y jugar con tus juguetes favoritos!" - dijo Greta entusiasta.

Mía, aunque un poco cansada, sintió que Greta estaba tan emocionada que decidió hacer un esfuerzo. Juntas, fueron al jardín y Greta le trajo su mantita favorita, unos ratones de juguete y su comida preferida. La fiesta comenzó y parecía que Mía se lo estaba pasando genial.

Sin embargo, a medida que avanzaba el día, Mía empezó a dormir más y más. Greta no podía entender por qué su gatita no podía disfrutar de su día especial como ella lo deseaba.

"¿Mía, por qué no juegas? ¡Es tu fiesta!" - le preguntó Greta, un tanto frustrada.

"Lo siento, Greta. Me encanta estar contigo, pero a veces jugar también cansa y yo solo quiero tener un descansito" - le dijo Mía con sinceridad.

Greta se sentó en el césped y comenzó a reflexionar sobre lo que Mía había dicho. Se dio cuenta de que a veces ella misma también se sentía cansada después de correr y jugar tanto. A veces, era bueno descansar y disfrutar de un rato de calma.

Así que, en lugar de continuar la fiesta ella sola, comenzó a hacer un picnic. Se sentó junto a Mía y juntas disfrutaron de una deliciosa merienda, bajo la sombra de un árbol. Greta le contaba lo que había planeado para el resto del día y Mía la escuchaba mientras relajaba su suave cabeza sobre las piernas de Greta.

En lugar de sentirse decepcionada, Greta comenzó a disfrutar de ese momento tranquilo con su gata. La calma y la quietud también podían ser divertidas, pensó. Se miraron y Mía le dio un suave cabezazo, como si le dijera que a pesar de sus diferencias, siempre iban a ser las mejores amigas.

Al cabo de un rato, Mía se sintió mucho más despierta y activa. Ya no estaba tan cansada y decidió participar en algunas actividades.

"¿Y si hacemos una carrera de obstáculos con tus juguetes?" - propuso Mía, levantando la cola con entusiasmo.

"¡Es una gran idea!" - respondió Greta, riendo.

Ambas comenzaron a improvisar un juego usando almohadas y juguetes. La tarde transcurrió entre risas, saltos y momentos de descanso, donde aprendieron a equilibrar la actividad y la calma.

Al caer el sol, Greta se dio cuenta de lo especial que había sido ese día. Había aprendido que cada uno tiene su propio ritmo y que, a veces, es bueno descansar y disfrutar del momento.

"Mía, me alegro de que fuéramos a tu ritmo. Fue un día perfecto" - dijo Greta, abrazando a su gata.

"Siempre estaré aquí para compartirlo contigo, aceleremos y desaceleremos como queramos" - respondió Mía, con un suave ronroneo.

Y así, Greta y Mía continuaron disfrutando de cada día juntas, aprendiendo a ser activas cuando era preciso y a descansar cuando lo necesitaban. Porque ser amigas significaba, también, entenderse y respetar sus diferentes estilos de vida. Y a veces, un poco de calma es justo lo que se necesita para disfrutar de la vida.

Fin.

FIN.

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