Grisito y el arroyo seco



Había una vez un burro llamado Grisito que vivía en el campo. Era de un color gris muy especial y se alimentaba principalmente de pasto fresco.

Grisito era muy feliz en su hogar, rodeado de árboles, flores y animales amigos. Un día, mientras Grisito disfrutaba del rico pasto verde, escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano. Curioso por naturaleza, decidió acercarse a investigar qué estaba pasando.

Al llegar al bosque, se encontró con sus amigos Conejito y Pajarito, quienes estaban preocupados porque el arroyo que cruzaba el campo había desaparecido. El agua se había secado por completo debido a la falta de lluvias.

"¡Ay, Grisito! Estamos tan tristes sin nuestro querido arroyo", dijo Conejito con lágrimas en los ojos. Grisito no podía soportar ver a sus amigos tristes. Así que decidió hacer algo al respecto. "No se preocupen amigos míos, ¡encontraremos una solución!", exclamó Grisito con determinación.

El burrito gris recordó haber visto un lago cristalino en lo alto de la montaña durante uno de sus paseos por el campo. Pensó que tal vez podría traer agua hasta el arroyo para salvarlo. Sin perder tiempo, Grisito emprendió su viaje hacia la montaña.

Subió colina tras colina sin rendirse nunca. A medida que ascendía, las nubes comenzaron a oscurecerse y finalmente empezaron a caer gotas de lluvia sobre él. La sequía estaba llegando a su fin.

Finalmente, llegó al lago y llenó sus grandes alforjas con agua fresca. Con mucho esfuerzo pero con alegría en su corazón, Grisito comenzó a bajar la montaña llevando el agua consigo.

Mientras tanto, Conejito y Pajarito habían reunido a todos los animales del campo para contarles sobre la valiente misión de Grisito. Todos estaban emocionados y esperanzados de que el arroyo volviera a fluir.

Cuando Grisito regresó al campo con las alforjas llenas de agua, fue recibido con aplausos y alegría por parte de todos los animales. Juntos, se dirigieron hacia el arroyo seco y comenzaron a verter el agua lentamente en él. Poco a poco, el arroyo empezó a llenarse nuevamente.

Los peces volvieron a nadar felices entre las piedras y las flores recuperaron su vitalidad gracias al agua fresca. Grisito sonreía orgulloso mientras observaba cómo la vida volvía al arroyo. Sabía que había hecho algo muy importante para sus amigos y para todo el ecosistema del campo.

Desde aquel día, Grisito se convirtió en un héroe del campo. Todos lo admiraban por su valentía y generosidad. Pero más importante aún, aprendieron la importancia de cuidar y proteger la naturaleza que los rodeaba.

Y así, Grisito vivió feliz en el campo junto a sus amigos, recordándoles cada día que todos podemos hacer una diferencia si nos comprometemos con aquello que amamos: nuestra tierra. -Fin-

FIN.

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