Grulla y el Valor de la Amistad
Había una vez un coquí llamado Grulla que vivía en el hermoso bosque de Monteverde. Grulla era conocido en toda la alta sociedad de los animales por sus elegantes plumas y su canto melodioso. Se creía superior a los demás, y no perdía oportunidad de recordarles a todos lo especial que era.
Un día, mientras se preparaba para un gran evento en la casa de la familia Tigrillo, Grulla se miró en el espejo y dijo:
- ¡Soy la coquí más hermosa de todo el bosque! ¡Nadie canta como yo!
Con su despliegue de arrogancia, voló hacia la fiesta, donde los animales de alta sociedad ya estaban reunidos. Allí estaban el Sr. Búho, la Sra. Jaguar y muchos otros. Grulla se pavoneó por la sala, disfrutando de la admiración que le brindaban.
- ¡Grulla, qué hermoso canto tienes! - le dijo la Sra. Jaguar.
- ¡Gracias! - respondió Grulla con un tono despectivo. - Pero por supuesto, soy única.
De pronto, una pequeña tortuga llamada Tita entró. A pesar de ser de la clase baja de animales, Tita tenía una sonrisa radiante y una energía contagiosa.
- ¡Hola a todos! - exclamó Tita. - ¡Hoy tenemos un gran día!
Grulla la miró despectivamente.
- ¿Qué puede saber una tortuga sobre un gran día? - se burló.
Pero Tita no se dejó desanimar. - Tal vez tengo algo importante para contar. ¡Hoy vamos a tener una carrera de obstáculos en el claro del bosque!
- Ja, ¿una carrera? Te aseguro que yo, Grulla, me lo puedo permitir, ¡pero dudo que tu puedas! - respondió con desdén.
Sin embargo, el resto de los animales se emocionaron, y decidieron que era una gran idea. Tita, con su entusiasmo, logró convencer a Grulla para que se uniera. - Vení, Grulla, ¡será divertido!
A regañadientes, Grulla aceptó. Si quería demostrar cuán superior era, tenía que ganarla. El día de la carrera, todos los animales se reunieron en el claro del bosque y las risas llenaban el aire.
- ¡En sus marcas, listos, fuera! - gritó el Sr. Búho.
Los animales comenzaron a correr, y Grulla, confiado, voló alto, sintiéndose indiscutiblemente el mejor. Pero pronto, se dio cuenta de que los obstáculos no eran sólo para correr, había que saltar, esquivar, y trabajar en equipo.
Grulla se topó con el primer obstáculo, una trampa de barro, y en su intento por lucirse y saltar, quedó atrapado.
- ¡Ayuda! - gritó, mientras todos los animales lo miraban.
En ese momento, en lugar de reírse, Tita se acercó corriendo. - ¡Grulla, no te preocupes! ¡Voy a ayudarte! - dijo la tortuga. Junto a un grupo de animales, empezaron a sacar a Grulla del barro.
- Gracias... - dijo Grulla, sintiéndose avergonzado. - No pensé que diría esto, pero... no soy tan especial como creía.
La carrera siguió y, a pesar de sus dificultades, Grulla se dio cuenta de que podía disfrutar del momento. Se esforzó por ayudar a otros en los obstáculos, y a medida que todos trabajaban juntos, una nueva amistad surgió entre ellos.
- ¡Vamos, Grulla! - gritaban mientras todos se apoyaban mutuamente.
Al final, ninguno tuvo un ganador, porque todos llegaron a la meta juntos. Grulla estaba exhausto pero feliz.
- ¡Nunca pensé que podría disfrutar tanto de una carrera! - dijo con una sonrisa.
- Todos somos iguales aquí, y lo mejor de todo es disfrutar juntos - añadió Tita.
Desde aquel día, Grulla aprendió una gran lección sobre la amistad y la humildad. Aunque nunca dejó de ser elegante y especial, entendió que la verdadera grandeza estaba en ser amable y ayudar a los demás. Todos los animales lo aceptaron, y Grulla se convirtió en el mejor amigo de Tita, prometiendo que nunca volvería a despreciar a otros.
Y así, en lugar de ser un coquí arrogante de la alta sociedad, Grulla se transformó en un coquí valioso y querido por todos en el bosque, recordándoles que la verdadera belleza radica en el corazón.
FIN.