Guardianas de la Pradera



Había una vez una niña llamada Sofía, a la que le encantaba pasear por la pradera cerca de su casa. Un día, mientras caminaba entre las flores y los árboles, vio algo brillante en el suelo.

Se acercó con curiosidad y descubrió que era una pequeña luciérnaga. - ¡Hola! -dijo la luciérnaga con voz suave y brillante. Sofía se sorprendió al escuchar a la luciérnaga hablar. Nunca antes había conocido un insecto que pudiera comunicarse.

- ¡Hola! ¿Cómo es que puedes hablar? -preguntó Sofía con asombro. - Soy una luciérnaga muy especial -respondió la pequeña criatura-.

He estado observándote durante tus paseos por la pradera y he visto lo amable y cuidadosa que eres con la naturaleza. Por eso decidí mostrarme ante ti y hablarte. Sofía sonrió emocionada al escuchar las palabras de la luciérnaga. - ¡Eso es increíble! Nunca imaginé que podría hacer amistad con una luciérnaga parlante.

¿Cómo te llamas? - Me llamo Lucía -dijo la luciérnaga-. Y tengo un mensaje importante para ti, Sofía. La naturaleza está en peligro y necesita tu ayuda para protegerla. Sofía frunció el ceño preocupada.

No podía creer que algo malo estuviera pasando en su querida pradera. - ¿Qué puedo hacer para ayudar? -preguntó Sofía ansiosa por contribuir. Lucía explicó a Sofía cómo algunas personas arrojaban basura en la pradera, dañando el hogar de los animales y contaminando el aire y el agua.

Le dijo que cada pequeña acción cuenta y que ella, como defensora de la naturaleza, podía marcar la diferencia reagarrando basura, plantando árboles o cuidando a los animales heridos.

Sofía asintió decidida a seguir el consejo de Lucía y proteger su entorno natural. Juntas idearon un plan para organizar limpiezas en la pradera e involucrar a otros niños del vecindario en actividades ecológicas educativas.

Con el tiempo, gracias al esfuerzo conjunto de Sofía, Lucía y sus amigos, la pradera volvió a ser un lugar limpio y seguro para todos sus habitantes. Los animales volvieron a corretear felices entre las flores mientras los árboles reverdecían bajo el cuidado amoroso de los niños.

Desde entonces, cada noche al caer el sol, Lucía iluminaba el camino de Sofía con su brillo característico recordándole lo importante que es cuidar del medio ambiente para garantizar un futuro sostenible para todos.

Y así, juntas demostraron que incluso las criaturas más pequeñas pueden tener un impacto positivo si actúan con amor y compromiso hacia nuestro hogar común: la Tierra.

FIN.

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