Guardianes de la Costa



En un rincón dentro del Ecuador, existía una pequeña región llamada Costa. Este lugar estaba lleno de animales, personas y flores que vivían en armonía con la naturaleza. Entre estos seres vivos, habían tres amigos inseparables: Flora, una mariposa alegre y curiosa; Pedro, un colibrí valiente y juguetón; y Mateo, un perezoso simpático y amoroso.

Un día, la Costa empezó a cambiar. Los ríos se secaban, los árboles perdían sus hojas y los animales no encontraban suficiente comida. Preocupados por esta situación, los tres amigos decidieron buscar al guardián de la naturaleza para pedirle ayuda. En su viaje, se encontraron con muchos obstáculos, pero con ingenio y valentía lograron superarlos.

Finalmente, llegaron a una hermosa laguna escondida en lo más profundo del bosque, donde conocieron al sabio anciano llamado Taita Cóndor, el guardián de la Costa. Taita Cóndor les explicó que la armonía de la naturaleza estaba siendo perturbada por la intervención humana, y les encomendó una importante tarea: proteger y cuidar la flora y fauna de la región.

Los amigos aceptaron el desafío con determinación y alegría. Flora, con su delicadeza, se encargó de polinizar las flores para que volvieran a crecer. Pedro, con su agilidad, ayudó a esparcir las semillas de los árboles. Mateo, con su amabilidad, consiguió unirse a otros perezosos para reforestar el bosque.

Poco a poco, la Costa volvió a florecer y a cobrar vida. Los animales volvieron a corretear, las flores a desplegar sus colores y los ríos a fluir con pureza. Los tres amigos se convirtieron en los guardianes de la Costa, enseñando a todos la importancia de cuidar y respetar la naturaleza.

Desde entonces, la armonía reinó en la región, y la amistad de Flora, Pedro y Mateo se convirtió en un hermoso ejemplo para todos los seres vivos.

FIN.

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