Guardianes de la Esperanza



En el tranquilo pueblo de Tingo María, la escuela "Sagrada Familia" era un lugar donde todos los días se llenaba de risas y aprendizajes. Un día, mientras los estudiantes jugaban en el patio, llegó una noticia inesperada que llenó de preocupación a todos.

El director de la escuela, Don Manuel, convocó a a todos los estudiantes.

"Atención, chicos. Hemos escuchado que en la ciudad ha habido algunos problemas de seguridad. No debemos asustarnos, pero sí ser conscientes de lo que sucede alrededor nuestro." - comentó en tono serio.

Una de las estudiantes, Sofía, levantó la mano.

"¿Podemos hacer algo para ayudar?" - preguntó con curiosidad.

"¡Claro que sí! Hoy mismo se realizará una reunión de seguridad ciudadana. Pueden invitar a sus padres. Es fundamental que trabajemos juntos como comunidad," - respondió Don Manuel.

El día de la reunión, la escuela se llenó de padres, profesores y muchos estudiantes. Una oficial de seguridad, la Sargento Laura, habló sobre la importancia de cuidar el barrio y cómo todos podían colaborar.

"Cada uno de ustedes puede ser un guardián de la seguridad. Denuncio siempre que vean algo raro. También pueden ayudarse mutuamente, y así, haremos de Tingo María un lugar mejor para todos,” - dijo con una sonrisa.

Los chicos escuchaban atentamente y comenzaron a anotar ideas. Javier, un chico muy creativo, sugirió:

"¿Y si hacemos un club de amigos cuidadores?"

"¡Eso sería genial!" - exclamó Sofía. – “Podríamos reunirnos una vez por semana y compartir consejos de seguridad.”

Todos se entusiasmaron y decidieron formar el club “Guardianes de la Esperanza”. Cada encuentro empezaba con juegos divertidos y terminaba con actividades de aprendizaje.

Con el tiempo, los chicos empezaron a distribuir volantes en el barrio, enseñando a los vecinos sobre la importancia de denunciar situaciones sospechosas. En una de sus reuniones, se dieron cuenta de que el barrio también podía ser un lugar lleno de amigos.

"Podríamos hacer una fiesta para reunir a la comunidad y fortalecer la seguridad", - propuso Javier.

"¡Sí! En la fiesta también podemos invitar a la Sargento Laura para que nos hable más sobre cómo cuidar nuestro hogar!" - sugirió Sofía.

Prepararon todo y organizaron la gran fiesta en el parque. Había juegos, música, comida y hasta un pequeño desfile del club “Guardianes de la Esperanza”. Todos los vecinos llegaron y disfrutaron de la fraternal convivencia. La sangre del barrio corría por las calles llenas de risas.

De repente, durante la fiesta, un grupo de chicos que no pertenecían al pueblo llegó al parque con un comportamiento extraño. Los guardianes de la esperanza se miraron y se dieron cuenta de que había algo raro. Javier se acercó a Sofía.

"¿Crees que deberíamos avisar a la Sargento Laura?" - preguntó en voz baja.

"Sí, creo que es lo mejor. Proteger a nuestro barrio es nuestra responsabilidad,” - respondió Sofía.

Y juntos, se acercaron a la Sargento y le contaron lo que habían visto. La oficial, muy agradecida, se acercó a los chicos aún sin identificar.

"Buenos días, chicos. ¿Qué hacen aquí?"

Los chicos, sorprendidos, se turbaron y contestaron.

"Estamos... eh... queriendo... jugar un partido de fútbol,” - dijo uno de ellos, intentando sonar convincente.

La sargento sonrió.

"Entiendo, pero necesito que se registren. Es parte de nuestras normas de seguridad, después de todo.”

Al final, los chicos resultaron ser solo un grupito de visitantes sin malas intenciones. Mientras la fiesta seguía, el club decidió que cada uno debía ser responsable de cuidar a los demás.

El día terminó con alegría, y los "Guardianes de la Esperanza" aprendieron que la seguridad no solo era un tema serio, sino que también podía ser parte de la diversión y el compañerismo.

Con el paso del tiempo, el barrio se volvió más unido y más seguro. Los chicos continuaron su labor y se convirtieron en verdaderos héroes de su comunidad. Las sonrisas en los rostros de los vecinos lo decían todo.

Así, con valentía y trabajo en equipo, los estudiantes de la escuela "Sagrada Familia" demostraron que, cuando se trata de cuidar a quienes queremos, todos pueden ser guardianes. La verdadera magia se encuentra en la amistad y en el amor hacia los demás.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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