Guardianes de la Naturaleza



Había una vez en el hermoso país de Argentina, un grupo de amiguitos llamados Mateo, Sofía, Lucas y Valentina.

Un día, mientras jugaban en el parque, encontraron un libro mágico que les contaba la historia de la creación del mundo por parte de Dios. Los niños estaban emocionados y decidieron leerlo juntos para aprender sobre cómo se hizo todo lo que veían a su alrededor.

Comenzaron a leer y descubrieron que Dios había creado el mundo en siete días. El primer día, Dios creó la luz. Los niños se imaginaron cómo sería si no hubiera luz y se dieron cuenta de lo importante que era para poder ver y disfrutar del sol brillante durante el día.

"¡Qué genial es tener luz! Sin ella no podríamos jugar ni ver las cosas bonitas", exclamó Mateo. El segundo día, Dios creó el cielo y separó las aguas.

Los niños pensaron en lo maravilloso que era tener un lugar tan amplio donde volar cometas o mirar las nubes blancas flotando en él. "¡Mirá qué lindo es nuestro cielo azul! Podemos imaginar formas con las nubes", dijo Sofía emocionada.

En el tercer día, Dios hizo aparecer la tierra firme y separó los mares. Los niños quedaron fascinados al saber que podían caminar sobre algo sólido y sentir la arena bajo sus pies cuando iban a la playa.

"¡La tierra nos da un lugar seguro para jugar! Me encanta construir castillos de arena", expresó Lucas entusiasmado. En el cuarto día, Dios creó el sol, la luna y las estrellas.

Los niños se maravillaron al saber que esas luces en el cielo nocturno eran astros gigantes y pensaron en lo agradables que eran las noches estrelladas para hacer campamentos y contar historias. "¡Qué hermoso es mirar las estrellas! Me hace sentir pequeñita pero muy especial", suspiró Valentina emocionada. En el quinto día, Dios creó los animales del aire y del mar.

Los niños imaginaron cómo sería nadar con delfines o volar como un águila. "¡Sería increíble poder volar como un pájaro o bucear con peces de colores!", exclamó Mateo soñador.

En el sexto día, Dios creó los animales terrestres y finalmente, creó a los seres humanos. Los niños se dieron cuenta de lo importante que era cuidar de todos los seres vivos y respetarse unos a otros.

"Debemos cuidar a nuestros amigos animals y también amarnos entre nosotros", dijo Sofía reflexiva. Al llegar al séptimo día, Dios descansó.

Los niños entendieron la importancia de descansar después de trabajar duro durante la semana y prometieron tomarse tiempo para relajarse y disfrutar de la compañía de sus amigos y familiares. "Es bueno tener tiempo para jugar sin preocupaciones", concluyeron juntos los cuatro amiguitos. Los niños cerraron el libro mágico con una sonrisa en sus rostros.

Habían aprendido mucho sobre la creación del mundo y se sentían aún más conectados con la naturaleza que les rodeaba. Desde ese día, prometieron cuidar su país Argentina y el planeta entero, recordando siempre la importancia de la luz, el cielo, la tierra firme, las estrellas, los animales y el descanso.

Y así fue como Mateo, Sofía, Lucas y Valentina se convirtieron en pequeños guardianes de la creación de Dios. Juntos vivieron aventuras increíbles mientras aprendían a apreciar y cuidar todo lo que les rodeaba.

FIN.

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