Guardianes de la Naturaleza



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, vivía un niño llamado Tomás.

A Tomás le encantaba pasar horas explorando la naturaleza, observando los pájaros, jugando con las mariposas y escuchando el susurro del viento entre los árboles. Un día, mientras caminaba por el bosque, Tomás se encontró con un zorro herido. El pobre animal tenía una pata lastimada y no podía moverse.

Tomás se acercó con cuidado al zorro y le dijo suavemente:- ¡Hola amiguito! ¿Estás bien? No te preocupes, voy a ayudarte. Tomás tomó al zorro en brazos y lo llevó a su casa. Con paciencia y amor, cuidó de la herida del zorro hasta que finalmente sanó por completo.

Desde ese día, el zorro se convirtió en el fiel compañero de Tomás en todas sus aventuras por el bosque. Un día de primavera, mientras caminaban juntos por el bosque, escucharon un ruido extraño proveniente de un lago cercano.

Al acercarse, descubrieron que era una tortuga atrapada entre las ramas de un árbol caído en el agua. La tortuga estaba asustada y no podía salir por sí sola.

- ¡No te preocupes tortuguita! Voy a sacarte de ahí -dijo Tomás decidido. Con la ayuda del zorro, lograron rescatar a la tortuga y devolverla sana y salva a su hogar en el lago.

A partir de ese momento, la tortuga se sumó al grupo formado por Tomás y el zorro, creando así una verdadera familia donde cada uno cuidaba del otro. Los tres amigos vivían felices en armonía con la naturaleza.

Ayudaban a los animales necesitados, plantaban árboles para proteger el bosque y limpiaban los senderos para que todos pudieran disfrutarlos. Su amor por la naturaleza era tan grande que incluso las plantas parecían responder a su presencia llenando todo de vida y color.

Una noche de verano, mientras contemplaban las estrellas desde lo alto de una colina, escucharon una voz suave que les hablaba desde lo más profundo del bosque:- Queridos amigos -dijo la voz-, su amor por la naturaleza ha creado un vínculo especial que trasciende fronteras.

Ustedes son ejemplo de cómo la armonía entre humanos y seres vivos es posible si se actúa con bondad y respeto hacia todo ser vivo.

Tomás miró al zorro y a la tortuga con alegría en sus ojos sabiendo que juntos habían logrado algo maravilloso: construir un mundo donde todos eran iguales sin importar su especie o tamaño.

Desde ese día en adelante, Tomás siguió siendo protector de la naturaleza junto a sus fieles amigos recordando siempre que cuando humanos y animales trabajan juntos en armonía pueden lograr grandes cosas para hacer del mundo un lugar mejor para todos. Y así fue como nuestra historia termina pero también comienza cada vez que alguien decide seguir este camino lleno de amor hacia nuestro planeta tierra.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!