Guardianes de Villa Animalia



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Animalia, tres niños traviesos llamados Martín, Sofía y Juanito. Estos niños solían pasar sus días molestando a los animales que vivían en el bosque cercano a sus casas.

Les tiraban piedras a los pájaros, asustaban a los conejos y perseguían a los zorros solo por diversión.

Un día, mientras paseaban por el bosque en busca de alguna travesura nueva, se encontraron con un anciano sabio que cuidaba de todos los animales del lugar. El anciano les miró con tristeza y les dijo:"Niños, ¿saben que están lastimando a estos seres indefensos? Los animales merecen respeto y amor, al igual que ustedes.

"Los niños se rieron y le dijeron al anciano que no le creían nada de lo que decía. Sin embargo, algo en las palabras del anciano resonó en sus corazones inquietos. Esa misma noche, mientras dormían, Martín tuvo un sueño extraño.

Soñó que se convertía en un pájaro y volaba por el bosque viendo todo desde arriba. Vio cómo su amigo Juanito lastimaba a una familia de ardillas sin razón alguna. Sintió el dolor de los animalitos y despertó sobresaltado.

Al día siguiente, Martín contó su sueño a Sofía y Juanito. Los tres decidieron ir a hablar nuevamente con el anciano sabio para pedirle consejo.

El anciano les explicó la importancia de respetar a todas las criaturas vivientes y les propuso un desafío: debían pasar una semana conviviendo con los animales del bosque sin hacerles daño ni asustarlos.

Al principio fue difícil para los niños controlar sus impulsos traviesos, pero poco a poco fueron aprendiendo a apreciar la belleza de la naturaleza y la importancia de cuidarla. Una tarde, mientras jugaban cerca del río con unos patitos salvajes, escucharon unos ladridos desesperados provenientes del otro lado del bosque.

Corrieron hacia allí y descubrieron que un perro callejero estaba atrapado entre unas ramas espinosas. Sin dudarlo, Martín liberó al perro con cuidado mientras Sofía buscaba agua para calmar su sed y Juanito le acariciaba para tranquilizarlo.

El perro miró a los niños con gratitud en sus ojos brillantes y comenzaron a jugar juntos como si fueran viejos amigos. Desde ese día, Martín, Sofía y Juanito cambiaron su forma de ver al mundo animal.

Se convirtieron en protectores de la naturaleza y enseñaron a otros niños la importancia de respetar a todos los seres vivos. Y así, gracias al sabio consejo del anciano y la valentía de tres pequeños corazones curiosos, Villa Animalia se transformó en un lugar donde humanos y animales convivían en armonía para siempre jamás.

FIN.

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