Guardianes del Agua
En la ciudad de Nunca Jamás, donde todo era posible y los sueños se hacían realidad, vivían dos amigos muy curiosos y preocupados por el medio ambiente: Marco y Leiva.
Un día, mientras investigaban para un trabajo escolar sobre la contaminación del agua, descubrieron algo alarmante: ¡el agua en su ciudad estaba sumamente contaminada! Los peces nadaban entre basura, las plantas estaban marchitas y los animales no tenían agua limpia para beber.
- ¡Leiva, tenemos que hacer algo! -exclamó Marco con determinación. - Sí, Marco. No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo nuestro hogar se contamina cada vez más. Debemos actuar -respondió Leiva con firmeza.
Decididos a marcar la diferencia, Marco y Leiva idearon un plan para concienciar a todos en Nunca Jamás sobre la importancia de cuidar el agua. Comenzaron repartiendo folletos informativos en la plaza principal, donde explicaban cómo la contaminación afectaba a todos los seres vivos en el entorno.
Poco a poco, fueron ganando apoyo entre los habitantes de Nunca Jamás. Los niños se unieron pintando carteles coloridos con mensajes como "¡Cuida el agua!" y "¡Salva nuestro planeta!". Los adultos colaboraron organizando limpiezas en ríos y lagunas cercanas.
Pronto, toda la ciudad se involucró en esta importante misión. Sin embargo, no todo sería tan sencillo. El malvado Capitán Hook, conocido por su falta de respeto hacia la naturaleza, decidió boicotear los esfuerzos de Marco y Leiva.
Intentó convencer a los habitantes de que no valía la pena preocuparse por el agua sucia y que debían seguir arrojando basura sin importar las consecuencias.
- ¡No escuchen al Capitán Hook! -gritaba Marco desde lo alto de una colina-. ¡El agua es vida y debemos protegerla! A pesar de las artimañas del Capitán Hook, Marco y Leiva lograron demostrarle a todos que juntos podían lograr grandes cambios.
Con determinación y trabajo en equipo limpiaron cada rincón de Nunca Jamás; devolvieron la pureza al agua para que los peces volvieran a nadar libres y felices.
Finalmente, llegó el día en que Nunca Jamás lucía más hermosa que nunca: sus aguas brillaban cristalinas bajo el sol radiante, las plantas florecían exuberantes y todos los habitantes sonreían al ver el resultado de su esfuerzo conjunto. - ¡Lo logramos! -exclamó Leiva emocionado-.
Gracias a todos por cuidar nuestra casa común: ¡La Tierra! Y así fue como Marco anduvo feliz porque había aprendido lo importante que era cuidar el planeta junto a sus amigos; mientras tanto Leiva sabía que juntos podían hacer grandes cosas si trabajaban con amor hacia nuestra madre tierra.
FIN.