Guardianes del Agua


Había una vez un niño llamado Tomás, que detestaba bañarse. Cada vez que su mamá le decía que era hora de darse un baño, él ponía caras largas y buscaba mil excusas para no hacerlo.

Un día, cansada de la resistencia de Tomás, su mamá decidió contarle una historia especial:"-Tomás, ¿sabías que en el fondo del mar vive un pulpo muy simpático llamado Osmar? Él cuida con mucho amor todas las aguas del mundo y se preocupa por mantenerlas limpias y cristalinas.

Pero últimamente ha estado triste porque ve que muchos niños no quieren bañarse y desperdician el agua. "Tomás escuchaba atentamente la historia de su mamá, intrigado por saber qué pasaría con el pulpo Osmar.

"-¿Y qué pasó entonces, mamá?", preguntó Tomás. "-Bueno, resulta que Osmar decidió hacer algo al respecto. Una noche salió del mar y visitó a todos los niños del mundo mientras dormían.

Les susurraba al oído lo importante que es cuidar el agua y mantenerse limpios. Y adivina qué pasó al día siguiente... ""-¿Qué pasó?", preguntó Tomás emocionado. "-Todos los niños empezaron a tomar conciencia de la importancia del agua y se comprometieron a cuidarla.

Empezaron a bañarse sin chistar y a ahorrar agua en todo lo que hacían. "Tomás reflexionó sobre la historia de su mamá y pensó en cómo podía ayudar al pulpo Osmar desde casa.

Al día siguiente, cuando llegó la hora del baño, Tomás sorprendió a su mamá diciendo: "-Mamá, hoy quiero bañarme para ayudar al pulpo Osmar. Quiero ser como él y cuidar el agua".

La mamá de Tomás sonrió emocionada por la decisión de su hijo e hicieron juntos un pacto para ahorrar agua en casa. Desde ese día, Tomás se convirtió en un defensor del medio ambiente y promovió entre sus amigos la importancia de cuidar el agua.

El pulpo Osmar, desde lo más profundo del mar, sonreía feliz sabiendo que tenía a un aliado tan especial como Tomás.

Y así, gracias a una simple historia y una gran enseñanza, Tomás descubrió que incluso las cosas más pequeñas pueden tener un impacto positivo en el mundo si se hacen con amor y conciencia. Y nunca más volvió a poner excusas para tomar su esperado baño diario.

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