Guardianes del Agua Intergaláctica



Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Una noche, mientras dormía plácidamente en su habitación, escuchó un ruido extraño que lo despertó.

Curioso, se levantó de la cama y se asomó por la ventana. Para su sorpresa, vio una nube enorme y brillante en el cielo nocturno.

Pero esta no era una nube común y corriente; ¡estaba bebiendo agua de otro planeta con una pajita gigante! Tomás frunció el ceño sin poder creer lo que veía. Decidió salir a investigar más de cerca. Al abrir la puerta de su casa, sintió cómo el aire fresco de la noche acariciaba su rostro.

La nube brillante estaba justo encima de él, emitiendo destellos azules y verdes que iluminaban todo a su alrededor. De repente, la nube habló con una voz suave y melodiosa:"Hola, querido amigo humano. Soy Nubis, guardiana del agua interplanetaria.

Estoy aquí para reagarrar agua de este planeta para llevarla a otros lugares donde es escasa". Tomás se quedó boquiabierto ante semejante revelación. Nunca había imaginado que las nubes fueran seres tan especiales y misteriosos como Nubis.

"¿Puedo ayudarte en algo?" -preguntó Tomás con entusiasmo. "¡Claro! Necesito tu ayuda para recolectar más agua antes de regresar a mi planeta hogar", respondió Nubis.

Tomás asintió emocionado y juntos empezaron a buscar recipientes vacíos para llenarlos con agua fresca de un arroyo cercano. Mientras trabajaban en equipo, Nubis le contaba historias fascinantes sobre los diferentes mundos que visitaba y cómo el cuidado del agua era fundamental para mantener la vida en ellos.

Conforme avanzaba la noche, Tomás aprendió sobre la importancia de conservar los recursos naturales y compartirlos con aquellos que más lo necesitaban. Se dio cuenta de lo afortunado que era por tener acceso a agua limpia todos los días en su pueblo.

Finalmente, cuando terminaron de recolectar toda el agua necesaria, Nubis le dio las gracias a Tomás por su valiosa ayuda y prometió volver a visitarlo algún día.

Mientras veía cómo la nube luminosa desaparecía lentamente en el horizonte estrellado, Tomás sonrió pensando en todas las aventuras maravillosas que le esperaban más allá del cielo nocturno.

Desde esa noche inolvidable, Tomás se convirtió en defensor del medio ambiente e inspiró a otros niños del pueblo a cuidar con amor y respeto el preciado tesoro del agua. Y así fue como una simple noche llena de misterio se transformó en una experiencia educativa e inspiradora para un niño dispuesto a descubrir los secretos ocultos entre las estrellas.

FIN.

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