Guardianes del Bosque Encantado
Carlos y Pedro eran dos amigos inseparables que compartían la pasión por la caza. Un día decidieron aventurarse en el bosque cercano a su casa en busca de nuevas presas.
Mientras caminaban por el sendero, Pedro notó algo extraño a lo lejos. - ¡Carlos, mira allí! ¿Qué será eso? -exclamó Pedro señalando hacia un rincón del bosque. Carlos frunció el ceño y se acercaron con cautela para investigar.
Lo que vieron los dejó perplejos: era una criatura pequeña y peluda, con ojos grandes y brillantes, que parecía estar herida. - ¡Dios mío, es un animalito! Parece estar lastimado -dijo Carlos preocupado. Sin dudarlo, Pedro se acercó lentamente al ser indefenso.
La criatura temblaba de miedo, pero al ver la bondad en los ojos de Pedro, comenzó a calmarse. - Tranquilo pequeño amigo, no te haremos daño. Estamos aquí para ayudarte -susurró Pedro con dulzura mientras extendía su mano hacia ella.
La criatura aceptó la ayuda de Pedro y permitió que la examinaran. Descubrieron que tenía una pata lastimada y decidieron llevarla a su casa para curarla. Durante días, Carlos y Pedro cuidaron del animalito con amor y dedicación. Le dieron un nombre: Pelusa.
Con el tiempo, Pelusa sanó por completo gracias a los cuidados de sus nuevos amigos. Pero lo más sorprendente fue lo que descubrieron sobre Pelusa: resultó ser una criatura mágica del bosque, conocida como un "guardián de la naturaleza".
A cambio de su bondad y cuidado, Pelusa les concedió a Carlos y Pedro un don especial: la capacidad de comunicarse con los animales del bosque.
Desde ese día en adelante, Carlos y Pedro se convirtieron en protectores del bosque y sus habitantes. Aprendieron a respetar la naturaleza y a vivir en armonía con todas las criaturas que llamaban hogar al bosque.
Y así, gracias a un encuentro inesperado en el bosque aquel día, Carlos y Pedro descubrieron que la verdadera caza no consiste en buscar presas para cazarlas, sino en proteger y conservar la belleza natural que nos rodea.
FIN.