Guardianes del Mar



Había una vez en un pequeño pueblo costero, un adolescente llamado Joaco que amaba el mar con todo su corazón. Desde pequeño, había disfrutado de largas horas jugando en la costa, construyendo castillos de arena y nadando en las aguas cristalinas. Pero un día, mientras paseaba por la playa con su amiga Luisi, notaron algo preocupante. Había basura esparcida por todas partes: botellas de plástico, envoltorios de alimentos y latas oxidadas. El mar que tanto amaban estaba siendo contaminado y sus playas estaban sucias. Joaco y Luisi se miraron con tristeza, pero en lugar de quedarse con los brazos cruzados, decidieron actuar.

Esa misma tarde, en la escuela, Joaco y Luisi presentaron su idea a sus compañeros: un proyecto escolar para concientizar sobre la importancia de mantener limpio el mar y sus playas. Al principio, algunos chicos no entendieron por qué era tan importante, pero Joaco y Luisi les explicaron el impacto negativo que la contaminación tenía en la vida marina y en el ecosistema en general. Poco a poco, el entusiasmo de los dos amigos fue contagiando a los demás, y pronto tenían un grupo dispuesto a unirse a su causa.

El grupo organizó limpiezas en la playa, donde recolectaron toneladas de basura. A medida que limpiaban, no solo retiraban la basura visible, sino que también hablaban con la gente que pasaba por allí, explicándoles la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo cada pequeña acción podía marcar la diferencia. Además, organizaron talleres en la escuela para enseñar a sus compañeros a reciclar y reducir el uso de plásticos.

Poco a poco, la comunidad se unió al esfuerzo de Joaco y Luisi. Los restaurantes cercanos a la playa dejaron de utilizar sorbetes de plástico, y se instalaron papeleras especiales para reciclar. Incluso los turistas que visitaban el pueblo se sumaron, mostrando un profundo respeto por la playa y el mar.

Un día, mientras Joaco y Luisi caminaban por la playa, se detuvieron al borde del mar y observaron cómo las olas rompían suavemente en la arena. No podían estar más felices al ver la playa tan limpia y reluciente. Ese día, se dieron cuenta de que un pequeño gesto podía marcar una gran diferencia. Y, aunque su proyecto escolar había terminado, su misión de cuidar el mar y sus playas no tenía fin. Juntos, seguían siendo los guardianes del mar, inspirando a todos a su alrededor a amar y proteger el hermoso océano que tanto amaban.

FIN.

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