Guardianes del Mar


Había una vez un niño llamado Tomás, que era un mago muy especial.

Tenía una varita mágica que le permitía hacer hechizos increíbles, un reloj que lo ayudaba a controlar el tiempo, una botella mágica que nunca se vaciaba y su mejor amiga era una ballena gigante llamada Luna. Un día, Tomás recibió una misión muy importante: tenía que salvar el océano de la contaminación.

Para lograrlo, necesitaba usar sus poderes mágicos y las herramientas especiales que tenía. Tomás tomó su varita mágica y comenzó a lanzar hechizos para limpiar el agua del mar. Pero se dio cuenta de que no era suficiente: había demasiada basura flotando en el agua.

Entonces recordó algo importante: ¡tenía dos palas! Así es como empezó a reagarrar toda la basura con sus palas mientras Luna nadaba junto a él para ayudarlo en su tarea. Poco a poco, pudieron limpiar todo el mar y devolverle su belleza natural.

De repente, Tomás escuchó un ruido extraño en la distancia. Era un barco lleno de personas arrojando más basura al mar.

Sin pensarlo dos veces, Tomás tomó su botella mágica y la convirtió en un cañón de agua gigante que apuntaba hacia ellos. "¡Alto ahí! ¡Detengan esa contaminación ahora mismo!"- gritó Tomás con valentía. Los hombres del barco se asustaron tanto por los poderes de Tomás que decidieron detenerse inmediatamente y prometieron no volver a contaminar el mar.

Tomás se sintió muy orgulloso de sí mismo por haber salvado el océano y se dio cuenta de que no importa lo pequeño que seas, siempre puedes hacer grandes cosas si te esfuerzas.

Y así, Tomás y Luna continuaron explorando el mundo juntos, listos para enfrentar cualquier desafío que les esperara.

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