Guillermina y su granja de animales
Había una vez una niña llamada Guillermina Felipe que amaba a los animales más que cualquier otra cosa en el mundo. Desde que era pequeña, soñaba con tener su propia granja y cuidar de todos los animales que pudiera.
Un día, mientras paseaba por el campo, Guillermina encontró un pequeño pollito perdido. Lo tomó en sus brazos y lo llevó a casa para cuidarlo.
Pero se dio cuenta de que no sabía mucho sobre cómo criar un pollito. Entonces, decidió preguntarle a sus padres si podían ayudarla.
Al principio, su mamá le dijo que no estaba segura de cómo cuidar del pollito, pero luego recordó que tenía una tía que vivía en una granja y podría ayudarlos. Guillermina estaba emocionada por la idea de visitar la granja de su tía y aprender todo lo posible sobre cómo cuidar a los animales. Así fue como llegaron a la granja y conocieron a la tía María.
La tía María les mostró cómo alimentar al pollito y les enseñó todo lo necesario para mantenerlo sano y feliz.
Guillermina estaba tan emocionada con todo lo que aprendió durante esa visita, que decidió quedarse unos días más para aprender aún más sobre el cuidado de otros animales. En su segunda noche en la granja, Guillermina escuchó un ruido extraño afuera de su habitación.
Salió corriendo hacia fuera para ver qué pasaba cuando vio algo inesperado: uno de los cerdos había escapado del corral. Guillermina se sintió asustada porque sabía cuánto trabajo costaría atraparlo otra vez. Entonces, se acercó al cerdo y comenzó a hablarle con cariño.
Le dijo que no tenía miedo de él y que solo quería ayudarlo. "¿Qué pasa?", preguntó su tía María cuando la vio hablando con el cerdo. "No quiero que lo lastimen", respondió Guillermina.
La tía María le explicó que los cerdos eran animales grandes y fuertes, pero también muy inteligentes. Le dijo a Guillermina cómo debían manejarlo para poder llevarlo de vuelta al corral sin hacerle daño. Guillermina se sintió muy orgullosa de haber ayudado a devolver al cerdo al corral.
Y aunque estaba cansada, también estaba feliz porque había aprendido algo nuevo sobre el cuidado de los animales. De regreso en casa, Guillermina decidió poner en práctica todo lo que había aprendido durante su visita a la granja.
Comenzó por construir un pequeño gallinero en el jardín trasero para mantener a sus pollitos seguros y felices. Con el tiempo, Guillermina logró tener una granja propia llena de animales felices y saludables gracias a su dedicación y amor por ellos.
Y siempre recordaba lo mucho que había aprendido gracias a su tía María. "- ¡Mamá! ¿Me ayudas con los pollitos? - Claro hija, vamos juntas. - Quiero ser como mi tía María cuando sea grande. - Eso está bien hija, ella es una gran persona.
- Sí mamá, pero yo quiero ser una granjera como ella. "
FIN.