Hanna y el ratón valiente
Hanna era una niña muy valiente y aventurera durante el día. Le encantaba explorar el mundo que la rodeaba, jugar con sus amigos y descubrir nuevas cosas. Pero cuando llegaba la noche, algo en su interior cambiaba.
Cada vez que sus padres le daban un beso de buenas noches y apagaban las luces, Hanna sentía un miedo terrible. Las sombras de los muebles parecían monstruos gigantes y cada ruido se convertía en algo aterrador para ella.
Dormir sola se volvía una tarea imposible. Un día, mientras hablaba con sus padres sobre su miedo a la oscuridad, ellos le contaron sobre el Salmo 34: 4. Decidieron leerlo juntos antes de irse a dormir.
"Hanna, querida", dijo su mamá con cariño, "este Salmo nos enseña que Dios es nuestro refugio seguro cuando tenemos miedo. ""¿En serio?", preguntó Hanna emocionada.
Sus padres asintieron y comenzaron a leer:"Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores. "Hanna escuchaba atentamente cada palabra del salmo. Se imaginaba a sí misma buscando a Dios como un amigo especial que siempre estaría allí para protegerla.
A medida que pasaban los días, Hanna practicaba lo aprendido en el salmo. Antes de irse a dormir, cerraba los ojos y repetía en voz baja: "Dios es mi refugio seguro". Poco a poco, empezó a sentir cómo su miedo disminuía.
Una noche particularmente oscura, Hanna decidió poner en práctica todo lo que había aprendido. Se acostó en su cama, cerró los ojos y susurró: "Dios es mi refugio seguro". De repente, una pequeña luz comenzó a brillar en su habitación.
Hanna abrió los ojos y vio a un simpático ratoncito parado frente a ella. "Hola, Hanna", dijo el ratoncito con una vocecita amigable. "He venido aquí para ayudarte a superar tus miedos. "Hanna se sorprendió pero no sintió miedo.
Sabía que Dios estaba cuidando de ella. El ratoncito le mostró diferentes formas divertidas de enfrentar sus temores nocturnos. Juntos jugaron a ser exploradores valientes, apagaron las luces y encendieron linternas para descubrir qué había debajo de la cama.
Cada noche, el ratoncito visitaba a Hanna y juntos seguían buscando aventuras emocionantes dentro de su propia habitación. Cada vez que sentía miedo, recordaba el Salmo 34: 4 y encontraba consuelo en la idea de que Dios siempre estaría allí para protegerla.
Con el tiempo, Hanna se dio cuenta de que ya no necesitaba al ratoncito para enfrentar sus miedos. Había aprendido a confiar en sí misma y en la seguridad que Dios le brindaba.
Un día, mientras jugaba afuera con sus amigos, uno de ellos comentó sobre cómo le daban miedo los monstruos bajo su cama por las noches. Sin pensarlo dos veces, Hanna compartió con ellos lo que había aprendido del Salmo 34: 4.
"Si buscas a Dios, encontrarás el coraje necesario para enfrentar tus miedos", les dijo con una sonrisa. Desde ese día, Hanna se convirtió en una verdadera heroína que ayudaba a sus amigos a superar sus temores.
Y cada noche, antes de irse a dormir, recordaba que Dios era su refugio seguro y no tenía más miedo de la oscuridad ni de dormir sola. Hanna había descubierto un poderoso secreto: cuando buscamos a Dios en momentos de miedo, encontramos la fuerza necesaria para enfrentar cualquier desafío.
FIN.