Harvy y La Noche de Halloween
Era la víspera de Halloween y Harvy, un niño zombie con un corazón lleno de alegría, estaba más emocionante que nunca. Desde su pequeña cabaña en el bosque, pudo ver como las hojas caían y la luna comenzaba a brillar. Eso significaba que la noche de truco o trato se acercaba y Harvy tenía todo listo para salir a pedir caramelos.
Su linterna de calabaza iluminaba su rostro con una luz anaranjada que lo hacía lucir aún más simpático, aunque al mirarlo de cerca, podían notar que sus ojos eran un pequeño par de círculos negros.
- ”¡Hoy va a ser un gran día! ¡Voy a conseguir montones de dulces! ” - exclamó Harvy mientras preparaba su disfraz con un chaleco roto y unos pantalones de rayas.
A medida que la noche caía, Harvy salió de su cabaña con su bolsa de tela negra a cuestas. Estaba ansioso por ver a sus amigos. Corrió hacia la casa de Mimi, una niña con disfraz de hada que siempre se unía a él para Halloween.
- ”¡Mimi! ¡Vamos a pedir caramelos! ” - gritó Harvy.
Mimi rió mientras volaba con sus alas brillantes y le contestó:
- ”¡Sí! Pero deberías intentar asustar a los que están afuera. ¡Eso es parte de la diversión! ”
Harvy se emocionó aún más y, juntos, decidieron comenzar su recorrido por el vecindario. Antes de tocar la primera puerta, Harvy se detuvo y pensó que, aunque le encantaba asustar a los chicos, también quería que se divirtieran. Así que, cuando se acercaron a la primera casa, decidió usar su voz más espeluznante:
- ”¡TRUCO O TRATO! ¡Soy un zombie hambriento de dulces! ”
Los niños que esperaban en la puerta rieron y le lanzaron caramelos.
- ”¡Dale, Zombie! ¡Agarrá esto! ” - le gritaron.
- ”¡Gracias, amiguitos! ” - respondió Harvy, feliz con su botín.
Después de visitar varias casas, los amigos encontraron un grupo de niños con varios disfraces extraños que estaban algo asustados.
- ”¿Quiénes son esos? ” - preguntó Mimi.
- ”Parece que están perdidos” - dijo Harvy con preocupación.
- ”¡Hola! ¿Necesitan ayuda? ” - se acercó Harvy a los niños, que temblaban un poco.
Los otros niños lo miraron con recelo, pero uno de ellos, que estaba disfrazado de fantasma, contestó:
- ”Estamos buscando la casa de la señora Gómez, pero estamos muy asustados para continuar.”
En lugar de asustar más a los niños perdidos, Harvy decidió ser un buen amigo y ayudarlos.
- ”¡No se preocupen! Yo los puedo llevar. ¡Vamos, conmigo! No hay nada que temer, es solo Halloween. ¡Es la mejor noche del año! ”
Los otros niños dudaron, pero pronto se dieron cuenta de que Harvy era más simpático de lo que parecía. Juntos caminaron, riendo y bromeando, mientras Harvy les mostraba los mejores lugares para conseguir caramelos.
Cuando finalmente llegaron a la casa de la señora Gómez, el portón se abrió y ella les dijo:
- ”¡Qué lindo ver tanto niño disfrazado! ¡Pasen, tengo dulces! ”
Harvy se sintió feliz de poder ayudar a los otros niños y compartir un momento de alegría. La señora Gómez les dio caramelos y Harvy hizo un nuevo grupo de amigos en esa noche especial.
- ”¡Gracias, Zombie! ¡Eres genial! ¿Te gustaría salir con nosotros el próximo Halloween? ” - le preguntó el niño fantasma.
- ”¡Claro! ¡Incluso creo que podemos hacer de esto una tradición! ” - contestó Harvy emocionado.
El caminito de caramelos continuó y, al final de la noche, Harvy volvió a casa, su bolsa llena de dulces y su corazón lleno de alegría.
Mientras guardaba su linterna de calabaza, pensó en cómo había cambiado su Halloween. No solo había conseguido muchos dulces, sino que también había hecho nuevas amistades.
- ”Quizás Halloween no debería ser solo una noche. Quizás necesitamos muchos más días de amistad y dulces para disfrutar” - murmuró Harvy mientras se acomodaba en su cama, soñando con la próxima aventura.
Y así, cada Halloween, Harvy siguió ayudando a otros niños, creando memorias inolvidables y recordándoles que asustar siempre es divertido, pero ayudar es aún mejor.
FIN.